El pasado 15 de julio un centenar de firmantes de paz abandonaron el Espacio Territorial para la Capacitación y Reincorporación (ETCR) de la vereda Santa Lucía, Ituango, donde habitaron por más de tres años. En esta esquina del Nudo de Paramillo se concentraron, primero, como guerrilleros del Frente 18 de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC – EP); luego, como ex combatientes que cumplieron con dejar las armas; y, recientemente, como agricultores y líderes políticos que intentaron llevar bienestar a esta olvidada zona del Norte de Antioquia. Pero no todos se quedaron en la legalidad y nuevos y viejos grupos armados retomaron la disputa por esta zona, ahora sin el dominio armado insurgente.
Tras convertirse en el municipio colombiano con más ex combatientes y familiares suyos asesinados (13 desde la firma del Acuerdo incluyendo dos menores de edad), y después de múltiples amenazas y ataques armados, el colectivo de los ahora ciudadanos y ciudadanas tomó la decisión de seguir su reincorporación fuera de Ituango: tierra en disputa por décadas por su ubicación estratégica entre los corredores de narcotráfico con salida a las costas Caribe y de Urabá y su Mar Caribe, y conexión con el convulsionado Bajo Cauca antioqueño repleto de hectáreas de hoja de coca, así como el vecino municipio de Briceño donde también fracasó el laboratorio de paz con el regreso de los violentos y la resiembra de la hoja.
Les compartimos un relato fotográfico de las últimas horas del ETCR “Román Ruiza” que ya está siendo desmontado por orden del gobierno nacional. A continuación veremos rostros y escenas de la vida campesina y el esfuerzo por echarse los sueños a cuestas para salvar la vida, en tiempos en que el exterminio no es un fantasma del pasado. Son 221 firmantes de paz asesinados en total en Colombia hasta el 26 de julio de 2020, y desde que inició la implementación del Acuerdo en diciembre de 2016.
Fotografías: Cortesía Jennifer Rueda. Alianza de Medios Alternativos (AMA)
1 Comentarios
Buena recopilación, para quienes creemos que es posible vivir en paz, desde aquí mis oraciones para que todo vaya bien en Murata.