Memoria

Museos para comunidades en constante cambio

EDICIÓN 113 ENE-ABR 2025

Las últimas décadas han sido moldeadas por importantes cambios socioeconómicos que han modificado a gran velocidad las estructuras culturales de cada sociedad. En América Latina, por ejemplo, estos cambios han generado diversos choques en la realidad de los distintos grupos humanos que conforman el tejido social del continente. Nuestra sociedad está mediada por los contrastes.

Estos cambios han impactado varios sectores de la sociedad. Especialmente el de los museos. Distinto al inicio de la museología, donde el relato se centraba en el objeto y el museo establecía la interpretación de este ante los públicos[i], con el avance en las metodologías investigativas, esta dinámica se ha venido transformando. Por ello, en Latinoamérica se ha prestado gran atención a un modelo crítico de la museología.

“El museo debe ser un espacio de alerta, de escucha y de intervención en lo social, capaz de detectar y responder a las tensiones y demandas de la sociedad” (Chagas, 2013, aproximación reconstructiva).

De acuerdo a estas transformaciones sociales y al trabajo en comunidades, el Consejo Internacional de Museos (ICOM), partir de un ejercicio colaborativo, establece una nueva definición de los museos[ii], según la cual, el museo es un espacio para la participación de las comunidades, y para el fomento de la diversidad y la sostenibilidad. Este viaje de transformación en la dinámica de los museos ha influido en las distintas comunidades e instituciones de museos, dependiendo de sus contextos económicos, sociales y culturales.

En el caso del Santuario Museo San Pedro Claver, este cambio de paradigma se une a un trabajo de mediación en la resignificación del legado de Pedro Claver en el entorno de la ciudad de Cartagena, una ciudad que enfrenta distintas realidades de miseria que tienen su origen en el racismo estructural, generando violencia económica[iii] en las distintas comunidades que conforman su tejido social. Muchas de esas desigualdades proceden del racismo estructural y la discriminación de género. Este contexto, espacios para la reivindicación de la memoria histórica de los grupos más golpeados por el fuerte contraste social son supremamente necesarios, en pos de la salvaguarda del patrimonio inmaterial que una ciudad tan rica en expresiones culturales e historia tiene para compartir.

Para lograr el objetivo de contribuir a la verdad, la reconciliación, la justicia social y la dignidad humana, mediante el trabajo colaborativo con las comunidades, el museo ha empezado un trabajo desde la reivindicación de la presencia afro como parte integral de la historia del conjunto arquitectónico del Santuario, y del sentido espiritual y social de la Compañía de Jesús en el territorio, donde San Pedro Claver, Alonso de Sandoval y Nicolás González son fuentes de inspiración. Como muestra tangible de este ejercicio de reparación histórica, se abren al público, las salas ‘Legado Africano en el Caribe Colombiano’ y una nueva relectura de la ‘Sala Afrocaribe’ en las que se visibiliza el aporte de las distintas naciones africanas occidentales a la construcción de la identidad del territorio, el papel de Haití como primera y única revolución de afrodescendientes esclavizados en lograr la libertad, y su influencia en las gestas de independencia en América Latina.

Además, de ser un espacio único para conectar con las historias del antiguo Horno de San Bernabé en la Isla de Tierra Bomba, que era gestionado por los jesuitas en el tiempo de la colonia, este lugar confirma que la historia de Cartagena no se cuenta desde el emblemático Centro histórico, sino también se construye desde la periferia. Estos espacios, como un ejercicio de contar la memoria desde la decolonialidad, son historias compartidas que reconocen el rol en la construcción de identidad y las luchas por la libertad de los pueblos afrodiaspóricos e indígenas en el Caribe. Esto, muy al contrario del relato hegemónico que tanto ha polarizado la sociedad, profundizando brechas que se reflejan en la gentrificación, la falta de oportunidades y la exclusión en todas sus formas, lo que detona en una nueva forma de esclavitud, basada en el individualismo y la invisibilización. Y, es en ese contexto, en que los museos están llamados a trabajar por la democratización y la reflexión para comunidades en constante cambio.

Imagen de cabecera: Museo San Pedro Claver/Cartagenatop.com


[i] “La museología tradicional se ha centrado en la colección, conservación y exhibición de objetos, privilegiando su valor intrínseco sobre su significado social. El museo era un templo del saber, un espacio estático donde el público era un mero espectador pasivo.”

— François Mairesse (2002), Le musée, temple spectaculaire.

[ii] “Un museo es una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. Abiertos al público, accesibles e inclusivos, los museos fomentan la diversidad y la sostenibilidad. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos.” Conferencia ICOM en Praga, 24 de agosto de 2022.

[iii]  “El racismo estructural en Cartagena […] se manifiesta en una violencia económica focalizada, que margina históricamente a las comunidades afrodescendientes e indígenas, confinándolas a periferias urbanas sin acceso a servicios básicos, empleo digno o movilidad social” Eduardo Restrepo, “Cartagena de Indias y la colonialidad de su ‘desarrollo’”, Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, 18 (2014): 45-63.

Linda Zurek Morón

Coordinadora de Museología del Santuario Museo San Pedro Claver.