Desde el año 2011, Siria empezó a padecer el terror de una guerra impuesta por intereses económicos y geopolíticos en la región, que utilizó como combatientes a cientos de miles de mercenarios de más de 50 países, cuya orientación estaba en las doctrinas del salafismo y el takfirismo. Este fenómeno religioso ha crecido en las últimas décadas en toda la región, desde la invasión de Irak en 2003, generando gran preocupación por su carácter de intolerancia y fundamentalismo, pero sobre todo para mostrar a un Medio Oriente sectarizado y así justificar al ente sionista como un estado judío.
Siria era un estado que, desde su independencia del colonialismo francés en 1946, solo alcanzó su estabilidad política y de desarrollo como nación a partir de 1970, cuando Hafez al-Assad llegó al poder, después de muchos cambios de gobierno. Inicialmente, estos gobiernos operaban bajo el visto bueno de Francia, luego, desde 1958 por medio de gobiernos panarabistas de distintas tendencias que no lograban la unidad, además de la complejidad de tener cerca al ente sionista llamado Israel, creado en 1948, que incidió en la desestabilización del estado sirio. Así mismo, un partido religioso como la Hermandad Musulmana buscaba acceder al poder, lo que no encajaba con el laicismo del panarabismo.
Entre 1947 y 1970, Siria fue un estado sumido en la discordia, algo muy lógico que sucediera en las nuevas repúblicas, sobre todo teniendo aún la influencia de una potencia colonial y por la presencia sionista en la región. A eso se añade la discordia del panarabismo entre sus líderes y los intereses que ellos tenían en sus masas, que fue desaprovechado en un momento histórico de unión entre Egipto y Siria, liderado por Gamal Abdel Nasser de Egipto, que solo duró 3 años y que no coincidió con Hafez al-Assad en el poder en Siria.
Hafez El-Assad, fue un general de la Fuerza Aérea, cuyo origen estaba en el noroccidente de Siria, en el seno de una familia de la comunidad islámica chiita de la rama alawita, la cual abunda en esa región y representa el 17% de la población siria, es a su vez una minoría en Siria. El éxito de la unidad como estado, solo era posible por medio del laicismo, ya que también es un país donde hay otras minorías religiosas como los drusos, los cristianos católicos de rituales griego, maronita, siriaco, armenio, así como cristianos ortodoxos de rituales griego, siriaco, armenio, y cristianos protestantes como los presbiterianos. Todos ellos viven dentro de un 70% de mayoría islámica suní, que sigue siendo el componente principal de la población siria y que, a su vez, hacían parte de las instituciones del estado sirio. Porque la identificación política del pueblo sirio no estaba en el confesionalismo, sino en la identificación como nacionales y ciudadanos de un estado laico. La identificación política se hacía con base en los partidos políticos. Siria es una nación de mayoría culturalmente árabe, pero también hay kurdos, turcomanos, asirios (no confundir con los antiguos asirios, se refieren a población lingüísticamente aramea), armenios y circasianos, cinco minorías étnicas distintas lingüísticamente, pues tres de ellas coinciden en creencias religiosas islámicas y las otras dos coinciden en el cristianismo, aunque en toda la sociedad siria existen ateos y agnósticos.

El laicismo de Siria, desde el dominio panarabista, mantuvo al margen a los partidos religiosos, pero hubo momentos de la historia política de Siria, en los que se permitía la participación política de la Hermandad Musulmana, y ellos accedían a escaños en el parlamento. También hubo disputas internas ya que no querían ser parte de un estado laico, lo que los llevó incluso a negarse a participar en elecciones parlamentarias y pierden así todo acceso al estado. Decisiones como estas conllevaron a tomar posiciones de subversión y agitación de masas, que produjeron una respuesta del estado, reflejada en represión y encarcelamiento de líderes o simplemente su exilio que, a su vez, los alejaba de la realidad de Siria y eran muy bien utilizados por cercanos enemigos del país, sirviendo a los intereses de naciones imperialistas y al sionismo, lo cual generó que el estado estuviera en alerta ante cualquier problema interno de la nación para crear el caos.
Con la llegada al poder de Hafez al-Assad, se creó el Frente de Convergencia Popular, una coalición de estado que conformaron doce partidos políticos, encabezados por el Baath (Partido Socialista del Renacimiento Árabe), partidos nasseristas, el Partido Comunista, una coalición de socialismo árabe, como también el Partido Social Nacionalista Sirio, cuyo proyecto es una Gran Siria (Siria, Líbano, Palestina y Jordania).
Tras la invasión israelí de Cisjordania, del Sinaí y el Golán en 1967, a la muerte de Gamal Abdel Nasser en Egipto, le sucedió Anwar Sadat, que coincidió con Hafez al-Assad en Siria. Ambos, como estados humillados, decidieron planificar desde 1971 cómo recuperar los territorios perdidos en 1967, para finalmente llevar a cabo la operación en 1973, que es conocida como la Guerra del Yom Kippur. Esta comenzó con el avance sirio recuperando la ciudad de Quneitra en el Golán y en el Sinaí infligiendo fuertes bajas a Israel. La operación estaba planificada para actuar de manera conjunta, pero Egipto hizo una pausa para buscar negociar aparte diplomáticamente, saliéndose de lo acordado con Siria, lo cual generó que Israel se concentrara en el frente sirio y tuviera tiempo para ser abastecido por EE. UU, que le proporcionó un gran arsenal que, a su vez, utilizaron contra blancos civiles en Siria. Cuando Egipto quiso reaccionar, también sufrió la contraofensiva israelí que los hizo retirarse del territorio ganado en el Sinaí, lo que al final se pactó con un alto al fuego, quedando prácticamente todo como estaba desde 1967, excepto que Siria pudo recuperar Quneitra. Esto demostró que Israel no es invencible y que Sadat fue un traidor.
La actitud de Egipto dejó claro que Sadat traicionó a Siria, y así fue vista en todo el mundo árabe. Incluso, la Liga Árabe fue trasladada de El Cairo a Túnez, y así Siria dejó de tener un estado árabe aliado con fortaleza militar. Desde entonces, Sadat empezó negociaciones por separado con el sionismo para que le retornaran el Sinaí, y fue así como en 1979, en Camp David, Egipto e Israel acordaron normalizar relaciones y pactos de no agresión, para que el Sinaí fuera devuelto a Egipto, cambio de millones de dólares anuales desde EE. UU, para el estamento militar egipcio. Desde entonces, Hafez al-Assad sintió que no había aliados en el mundo árabe y que, así mismo, con la llegada de la OLP al Líbano, tras el septiembre negro en Jordania, se generó la tensión de una posible intervención israelí que preocupó mucho a Siria, ya que podría tener a Israel en sus fronteras occidentales. También produjo la confrontación de la derecha libanesa con la OLP y otros movimientos políticos libaneses que apoyaban a la OLP. Por lo tanto, en 1976 y con el aval de la Liga Árabe, Siria, avanzó en el Líbano ocupando el valle de la Beqaa y mantuvo una zona de seguridad para protegerse, apagando una confrontación entre las partes en el Líbano. Pero que, de todos modos, no frenó la invasión israelí seis años más tarde, la cual fue aprovechada para alimentar a la ultraderecha en el Líbano contra Siria y sus aliados en el Líbano.
En 1978, en Siria muere en prisión un líder de la Hermandad Musulmana, lo que generó que esta organización empezara una campaña de terror contra el estado sirio, con la ayuda de elementos foráneos como la CIA, la inteligencia británica, incluso el Irak de Sadam Hussein, e internamente los de línea trotskista del Partido Comunista, quienes apoyaron tal levantamiento, como si fuera un levantamiento del proletariado, guiados por un partido en EE.UU. llamado Social Democrats USA, identificado abiertamente como marxista y extremista, pero que en realidad era un partido creado por la CIA y cuyos líderes posteriormente pasaron a ser miembros del Partido Republicano, como Elliot Abrams. Esta guerra subversiva que inició la Hermandad Musulmana desde 1978 hasta 1982 tuvo su primera acción en la masacre de 80 cadetes de una escuela militar en Alepo, asesinatos de funcionarios del estado, catedráticos universitarios y periodistas adeptos al estado, asesinatos contra la minoría alawita, atentados a estaciones de policía, incluso un intento de asesinato contra el mismo presidente. Esta campaña de terror tuvo su final en 1982 en la ciudad de Hama, donde fueron derrotados. Algunos huyeron y fueron acogidos en Gran Bretaña y Arabia Saudita, otros fueron a prisión. La militancia en este partido podía conllevar la pena de muerte, lo que generó que muchos abandonaran este movimiento.
En la Siria panarabista, no existían los partidos políticos religiosos o no eran permitidos, porque sus propuestas no eran incluyentes y llevaban a sectarizar a la población, la máxima del estado era la nación por encima de cualquier creencia religiosa. También estaban prohibidos los partidos étnicos, cuyas propuestas podían llevar al separatismo, sobre todo cuando evidencia que hay elementos cerca de Siria que quieren su destrucción y desmembramiento, como ya ocurre con la invasión del ente sionista en el sur de Siria, que busca llegar hasta el río Éufrates. El estado sirio era netamente laico, tenía un parlamento (hoy cerrado por el régimen takfirista), una constitución política incluyente (hoy reemplazada por una pseudoconstitución que le entrega todos los poderes al jefe de estado), un poder judicial laico (hoy es la jurisprudencia islámica), tenían una coalición de varios partidos que hacían parte del gobierno y un frente opositor legal que también tenía escaños en el parlamento. En Siria no se permitían partidos políticos de menos de 50 militantes (ya prohibieron los que existían, ni siquiera el jefe de estado tiene un partido político). Si la anterior conformación del estado era democrática o no, eso dependía del criterio del pueblo sirio, pero hoy, así los otanistas quieran maquillar a estas diferentes marcas blancas de Al-Qaeda, llamándolos islamistas moderados, el pasado de terrorismo y atrocidades no lo pueden borrar, ni siquiera quien figura hoy como presidente, que tiene crímenes, tanto en Irak como en Siria cometidos con sus propias manos.
Siria, después de la guerra del Líbano en 1989, salió victoriosa, ya que impidió que el Líbano cayera en la órbita de los estados árabes doblegados ante el sionismo. Siria consiguió que se acabara el conflicto sectario y un nuevo aliado surgiera en el Líbano, como Hezbolá, que consiguió expulsar a Israel del Líbano y ser la fuerza armada para garantizar la seguridad libanesa, como lo hizo en 2006, cuando Israel no pudo pasar a pesar de todo el daño generado, al utilizar incluso fósforo blanco, y ese hecho no tuvo ni la crítica ni la sanción de ninguna potencia occidental, ni ninguna amenaza militar, como sí las hicieron contra Siria, acusando al estado sirio de haber usado armas químicas contra su pueblo.
Primavera Árabe
Esta expresión, que recuerda a otras ya conocidas durante la Guerra Fría, como la Primavera de Praga, significa que coincidencialmente los pueblos árabes se levantaran contra sus dictaduras de un momento a otro. Además, se ignora que los pueblos árabes, contrarios a tantos dictadores, siempre se han levantado y han sido reprimidos por estas dictaduras, respaldadas por naciones imperialistas. Vemos que esta Primavera Árabe, que se convirtió en un otoño lúgubre para los agresores, solo tuvo énfasis en destruir estados que aún en el mundo árabe mantienen una política anti-imperialista y antisionista, o de una unidad africana, como era el caso de Libia. Los combatientes y los países interesados en destruir a Libia son los mismos que estuvieron contra Siria. Lo más absurdo de esta mentada primavera en los medios occidentales, e incluso muchos cayeron en la trampa de pensar que también servía para remover a los monarcas del Golfo o al rey de Jordania o al rey de Marruecos, es que precisamente son regimenes monarquicos arabes, los que las financiaron contra Libia y Siria, y las armaron inicialmente, estados nada democráticos, como Arabia Saudita y Qatar, para luego pasar a la abierta financiación y soporte militar de miembros de la OTAN.
Esta Primavera Árabe, más que árabe, es antiárabe. Buscó la destrucción de dos estados destacados por su panarabismo, y las fuerzas combatientes, más que árabes, eran islamistas influenciados por las doctrinas del salafismo y el takfirismo, que coinciden con las políticas de estado, ya sea de Arabia Saudita o Qatar. Son las mismas doctrinas que han conformado a Al-Qaeda y que Occidente tanto aparenta combatir, pero que, en estos casos contra Siria y Libia, apoyaron y manifestaron que eran rebeldes moderados islamistas, y les interesaba tener un Dáesh y un Annusra por separado, para tener dos formas de lucha con las que pudieran triunfar o generar caos y destrucción.
Tanto en Siria como en Libia utilizaron la desinformación, con la ayuda de medios como Al Jazeera, Al Arabiya al igual que casi todos los medios occidentales, y armaron escenarios cinematográficos en Arabia Saudita y Qatar. El ataque sobre Libia tuvo éxito después de un año de resistencia, e incluso el jefe de estado fue asesinado ante las cámaras de reconocidos medios, sin tener un juicio de los “democráticos” rebeldes apoyados por la OTAN, que dejaron una Libia sumida en el caos y en una guerra entre intereses de los grupos que accedieron al poder. Pero en Siria, la campaña con el mismo libreto, que hablaba de manifestaciones populares que eran reprimidas y mostradas en videos donde no se distinguía a los atacantes, pero que los medios occidentales difundían con tantas ganas de ser parte de la trama, que se hacían los viernes, el día sagrado islámico, cuando la gente salía masivamente de las mezquitas y empezaban los tiroteos contra los feligreses y los celulares a grabar diciendo que el estado sirio disparaba a una manifestación. Así mismo, se mostraba el nacimiento de un grupo que presentaron como laico, de desertores del ejército sirio que llamaron Ejército Libre Sirio, compuesto por algunos militares que fueron comprados por los enemigos de Siria, como el general Idris, mientras lo demás era el mismo dogma salafista-takfirista que usaron en la batalla contra Homs en 2011, que clamaba: “Los alawitas a la tumba y los cristianos a Beirut”. Del FSA o Ejército Libre Sirio era el miembro que la BBC entrevistó días previos en un video y mordía el corazón de un soldado sirio que había sido asesinado, como si tratara de devorarlo. Entre 2011 y 2012, el mundo ignoraba la barbarie en Siria y quiénes en realidad cometían las atrocidades. La Primavera Árabe ya en 2013 empezaba a mostrar su verdadera cara, marcada por intereses geopolíticos y económicos.
Una línea de gas
Antes de 2010, Siria y Turquía tuvieron acercamientos que abrieron las fronteras, se permitía el acceso de ciudadanos de ambos lados sin el pasaporte, Erdogan visitó a Siria, las relaciones entre Qatar y Arabia Saudita con Siria no eran cordiales, pero había respeto. Sin embargo, todo estaba anunciado desde el 2000, cuando Siria rechazó que por su territorio pasara una línea de gas desde Qatar, que atravesaría Arabia Saudita, Jordania, Siria y Turquía para llevar ese gas a Europa. Ya Siria tenía compromisos con otro proyecto similar desde Irán, atravesando Irak hasta la costa siria. De ahí que inicialmente los primeros agresores contra Siria eran mercenarios de Qatar y Turquía, creando grupos como el FSA, Jabhat Islamiya (el Frente Islámico) y otros más, que muchas veces peleaban entre ellos, pero eran presentados por Occidente como un solo frente, que empezó a desplazar a población rural de Siria, imponiendo la sharia, el asesinato de las minorías religiosas o la conversión forzada al islam, así como la obligación del uso del hiyab a las mujeres, los castigos con azotes y ejecuciones públicas, que nos hacen recordar a las que hace Arabia Saudita, que también participó en esta guerra, descaradamente hablando de que no había democracia en Siria, cuando ni siquiera la tienen ellos. Armaron a grupos como Ahrar Esh-Sham, Jaysh al-Islam y Fatah esh sham. Aparece Annusra, que era identificada por Occidente como la rama siria de Al-Qaeda y de donde proviene alias al-Jolani (que Occidente reconoce hoy como presidente de Siria), aparece Daesh o ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria) que desde Irak penetraron en Siria con un gran poder militar pues donde se instala tiene una logística muy similar a las que tienen en centros de entrenamiento superiores de guerra de EE.UU. El componente de las tropas contrarias al estado sirio no es tan sirio, son islamistas venidos de todas partes, hasta de Europa. Los sirios en esos grupos no llegan al 30%, lo que indica que esta guerra es una invasión, que ninguno de los miembros de la OTAN ni del Consejo del Golfo quieren reconocer como tal. Así mismo, estaba la participación israelí proporcionando ayuda sanitaria a los heridos de Annusra o del FSA, dándoles paso hacia la Palestina ocupada, lo que Israel justificó como ayuda humanitaria, sin permitirles el paso de refugiados, pues ni los sirios que realmente apoyaban a su estado tomaron ese camino. Se ignoró siempre que la organización en Siria que más auxilió a los refugiados fue su propio ejército.
Al inicio de esta guerra, el poder militar de los mercenarios aterrorizó tanto a la población civil con sus atrocidades nunca antes conocidas en Siria, que así ganaron muchos territorios. Las Fuerzas Armadas Sirias no daban abasto en todo el país, y nacieron milicias locales con el aval del propio ejército para defender su territorio, contando con la participación de la milicia libanesa de Hezbolá y las milicias de grupos políticos como el del Partido Social Nacionalista Sirio y la asesoría militar de Irán y de Rusia.

En esta guerra, ni se avanzaba ni se retrocedía. Era Siria, con el apoyo de unos pocos aliados, defendiéndose de la agresión de mercenarios de más de 50 países, con el apoyo de la OTAN, el Consejo del Golfo e Israel, que ya muchos en 2013 anunciaban que la victoria estaba cerca, ya que llegaron a asesinar a la plana mayor de las Fuerzas Armadas de Siria en un atentado al Ministerio de Defensa. La guerra llegó a un punto en que se debía negociar, pero no se llegaba a ningún acuerdo. Los contrarios al estado no tenían criterio propio, sino el de las potencias y los estados del Golfo, lo cual no podía aceptar Siria, ya que su objetivo era que el jefe del estado, Bashar al-Assad, abandonara el cargo, lo que no solo implicaba que fuera él solamente, sino el desmantelamiento del estado. El presidente sirio, desde un inicio, no dudó en hacer reformas y cumplir las demandas de los primeros manifestantes. Se las pero esto no bastó. Se hicieron elecciones y reformas a la constitución que consiguieron que muchos acogieron, permitiéndoles ser amnistiados y participar del estado, pero eso tampoco era suficiente. Los que estaban por fuera de Siria no aceptaban ninguna reforma ni tenían bases políticas ni masas, solo el apoyo militar de la OTAN y de monarcas petroleros para montar un estado que siguiera los direccionamientos de las potencias y que firmara una paz con Israel, a cambio de nada: que no se negara a los proyectos económicos de las multinacionales, y que no fuera ejemplo de estado árabe laico y anti-imperialista ante las monarquías feudales que aún reinan en el mundo árabe.
Intervención de EE. UU. y de Rusia
Ante la imposibilidad de un triunfo de estas bandas pseudo-islámicas, solo faltaba la justificación para una intervención directa. Se volvió a utilizar la herramienta de la mentira de los medios manipulados a fin de presentarlos ante la ONU y su Consejo de Seguridad para una intervención directa en Siria, como pasó en Libia. Por eso vemos las imágenes de afectados con armas químicas, ante lo cual afortunadamente Rusia tenía poder de veto y se pidió una investigación, cuyo informe ni prueba ni señala a Siria, pero que los medios de Occidente mal intencionadamente tergiversaron diciendo que el estado sirio las había utilizado contra su pueblo. En vista de que no se aprobaron zonas de exclusión aérea, EE.UU. decidió directamente intervenir en Siria en 2014, junto a su coalición antiterrorista con Francia, Gran Bretaña y el Consejo del Golfo, pregonando que su objetivo era luchar contra el Estado Islámico o Daesh, pero en realidad su misión aumentó el poder militar de Dáesh, tanto en Siria como en Irak, derivó en la toma de la mitad de la ciudad de Alepo y de ciudades y provincias como Deir ez-Zor, Raqqa y Palmira. En realidad, Daesh, Annusra, Jaysh al-Islam, Ahrar al-Sham, Jabhat al-Islam, etc., se fortalecieron con la acción militar de EE.UU., que destruía la infraestructura petrolera siria, con la excusa de que estaba en manos de Daesh. El robo de petróleo sirio e iraquí hacia la frontera turca se incrementó, siendo Turquía un miembro de la OTAN, y es inconcebible que esta organización, que todo lo ve en esa región, no se percatara de lo que ocurría.
En vista de que la acción unilateral e ilegal de EE.UU. sobre Siria llevaba más de un año y que el terrorismo se fortalecía, el discurso de Obama decía que la guerra contra Daesh duraría hasta 10 años. Así mismo, ganaban más territorio en Siria y creaban más refugiados, que llegaron a superar los 5 millones. Por lo tanto, Rusia decidió entrar en la guerra directamente con el aval del estado sirio, con quien ya venía cooperando, lo que enseguida mostró resultados efectivos para derrotar el terrorismo, pero conllevó la molestia de las potencias de Occidente, que saltaron a protestar porque Rusia les estaba demoliendo a sus “rebeldes moderados”. Pero lo que el mundo ignoraba era que los rebeldes moderados en Siria no existían, ya que muchas veces combatían en conjunto con Daesh y Annusra o eran el puente para transferirles armamento a esas dos organizaciones, de las que nadie se hace responsable, pero que son dos caras de la misma moneda.
Con la ayuda rusa y su tecnología, se consiguió blindar a Siria ante la OTAN. Se recuperaron más territorios con el apoyo de los combatientes de Hezbolá y de los palestinos de Liwa al-Quds del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General. Se consiguió la liberación de Alepo, aunque previamente el Ejército Sirio recuperó Homs. Se liberó Alepo y Palmira con la ayuda rusa y de Hezbolá. Los alrededores del este de Damasco son controlados. Toda esta campaña de desespero y ante lo prometido por Trump, que no atacaría a Siria, generó angustia en Israel, en los socios europeos y del Golfo, que empezaron a acelerar la agresión. Por eso nuevamente sale a relucir el uso de armas químicas por parte del ejército sirio, cuando ya la ONU fue garante de su destrucción. Saben que en el Consejo de Seguridad no pasará, por eso ilegalmente EE.UU. ataca a Siria. Trump se responsabiliza y lo justifica, lo cual es contradictorio con su mensaje previo de que el futuro de El-Assad lo decidieran los sirios, en realidad se comprobó que Trump es un tipo bajo presiones, que también tiene que complacer al sionismo.
Ante el fracaso militar con los ejércitos de takfiristas, EE.UU. se queda instalado en el oriente de Siria, extrayendo el petróleo sirio y entregando gran parte de la utilidad a los líderes kurdos, que nuevamente son entusiasmados con la idea de que tendrán un estado libre en el nororiente de Siria, lo cual generaría otro problema, ya que en esa región también viven árabes y asirios, al tiempo que Turquía no quiere ningún estado kurdo cerca de sus fronteras que en un futuro pueda extenderse a ese país.
El Congreso de EE.UU., en el año 2020, expidió la Ley César, la cual sería una ley de sanciones para estrangular aún más la economía siria, que fue aprobada por Donald Trump, amplía el bloqueo al estado sirio, impone sanciones a quienes hagan negocios con Siria y le suministre material de defensa a Siria, generando caída en la moneda y falta de divisas. Además de eso, la pandemia, y que EE.UU. está en el oriente de Siria robándose el petróleo junto con los kurdos, también están las tierras más ricas para la agricultura en Siria, donde EE.UU. lanzó globos térmicos en campos de trigo para evitar que los agricultores vendieran su cosecha al estado sirio.
Aunque gran parte de Siria volvió a tener paz, se negoció con grupos takfiristas alrededor de Damasco para que se trasladaran a la provincia de Idlib, al norte de Siria, la cual tenían bajo su poder, apoyados por Turquía, pero la economía siria no volvió a ser la misma. En el mismo pueblo sirio se decía que ni siquiera en los peores años de la guerra hubo tanta inflación y escasez. En el pueblo sirio aparecieron problemas sociales que generó la guerra, como la adicción a sustancias en la juventud, a causa de las drogas que fueron llevadas a Siria para drogar a los terroristas. Así mismo, aparece el fenómeno de la prostitución. La ayuda alimentaria iraní y rusa no era suficiente, sumado a que Rusia inicia su operación especial en Ucrania, que termina alargándose por 3 años, disminuyendo su capacidad de apoyo a Siria.
Operación Diluvio de Al-Aqsa
En el año 2023, la Operación Diluvio de Al-Aqsa, lanzada desde Gaza inicialmente por Hamás, a la que también se une la Jihad Islámica, generó que el eje de resistencia contra el ente sionista llamado Israel se solidarizara con esta operación. Siria, desde que surgió la resistencia libanesa de Hezbolá, fue el gran proveedor de armamento propio y del suministrado por Irán a través de territorio sirio, lo que siempre generó que Israel bombardeara a Siria. Aun así, Siria siempre estuvo comprometida con la causa palestina. Siempre se rechazaron las ofertas de olvidar la causa palestina a cambio de la devolución del Golán. Siempre se rechazó la normalización con Israel.
Entre las estrategias del sionismo para quebrar el apoyo a Hezbolá, era para ellos esencial destruir a Siria, lo cual consiguieron en pocos días, después de que Siria había resistido por 14 años. Aprovecharon que había una Siria de salarios muy bajos, con una gran inflación, una economía ahogada en embargos y un pueblo cansado de la guerra y de la escasez. Pero lo más extraño es el alejamiento de Rusia e Irán en su apoyo a Siria, ya que los argumentos rusos e iraníes son muy vagos. Siria era un aliado estratégico, y Rusia no tiene muchos aliados estratégicos en la región como para dejarlo perder tan fácilmente, o Irán, que meses antes empezaba a cobrar a Siria la ayuda dada en la guerra, en un momento que le era imposible a Siria. Podemos deducir muchas cosas, como que Rusia entregó a Siria a cambio de que le reconocieran los territorios ganados en Ucrania, como también que, desde Irán, algunos funcionarios dijeron que Bashar no quiso oír a la oposición, pero ¿cuál oposición? Si Turquía era la que hablaba, y lo que había en Idlib eran simples mercenarios terroristas. O también que Irán podría tener esperanzas en un triunfo de Kamala Harris para mantener el acuerdo nuclear y que, ante la pérdida de un líder en el Líbano como Hassan Nasrallah, era preferible no seguir utilizando a Siria para apoyar a Hezbolá. Se puede pensar que para Rusia ya Siria perdía su importancia, porque se garantizaría que no harían el gasoducto hacia Europa, la cual fue la razón de la agresión a Siria, y que este país dio todo para que su aliado ruso no perdiera económicamente y que, sin duda, se benefició mucho de esa defensa siria.
Finalmente, desde Idlib parten más de 100 mil tropas de takfiristas apoyados por Turquía, los cuales son remanentes de casi todas las agrupaciones que aterrorizaron a Siria. Son fortalecidos por Turquía, que es miembro de la OTAN, pero ahora ya no los acusan de ser de Al-Qaeda. Aparecen con otro nombre, llamados Hayat Tahrir al-Sham. Su líder cambia el atuendo de islamista takfirista por el occidental de saco y corbata, se afeita un poco la barba, igual a los que son nombrados en su gabinete, donde tiene a otros criminales como él, con un ministro de Justicia, el cual es un Sheikh que condenaba a pena de muerte a mujeres por practicar la prostitución, a un ministro de Defensa, el cual tiene anotaciones judiciales de ser ladrón de gallinas y que en plena guerra destruía iconos del cristianismo. Se han cansado de hablar de que el gobierno anterior era nepotista, pero en el Ministerio de Salud es nombrado un hermano del presidente y otro hermano es nombrado en la oficina de control de puertos. Incluso hay extranjeros en el gabinete, como jordanos y turcos.
Cuando Bashar al-Assad es evacuado hacia Rusia, se acuerda que la transición sea pacífica. Muchos sirios se alegraron porque se acabarían las sanciones y los embargos, porque llegaría ayuda de Qatar y Turquía y porque los racionamientos de energía se terminarían. En realidad, todo sigue igual y se ha reiniciado una ola de terror contra las minorías religiosas, tal como sucedía en los peores años de la guerra, masacrando sobre todo a la población de la comunidad alawita, lo cual quieren justificar diciendo que entre ellos hay remanentes alzados en armas del gobierno anterior, lo cual no sería extraño que exista, pues nadie va a querer ser gobernado por terroristas de Al-Qaeda. En estas muertes, se cuenta el asesinato de personas desarmadas, desde niños hasta ancianos, previamente sometiéndoles a tortura. Se han llevado a mujeres como esclavas, y lo peor es que muchas de estas muertes han sido durante el mes de Ramadán, por lo que vemos qué clase de islam practican estos terroristas que viven en el siglo VII o en el VIII, que han dejado casi 20 mil muertos desde el mismo 8 de diciembre de 2024, cuando empezaron su campaña de asesinatos a gente cercana al gobierno, como académicos, científicos, periodistas, incluso entraban a los hospitales a matar a militares en recuperación.
Mientras los takfiristas se tomaban el poder, Israel se encargaba de destruir el arsenal sirio, que los medios occidentales mostraban como si fuera en contra del nuevo régimen. En realidad, todo fue un complot entre Turquía, Qatar, Israel y EE.UU. Israel se extiende por el sur de Siria tratando de llegar hasta el Éufrates, y así mismo trata de usar a los drusos de Sweida como si pidieran su protección, para justificar su expansionismo, y sigue aparentando tener una guerra contra los takfiristas, a la cual estos no responden, ni ninguno de sus líderes es dado de baja, como sí lo hicieron contra Hassan Nasrallah, lo que prueba que a Israel no le importó tumbar muchos edificios de zonas residenciales, con tal de acabar con un líder de la resistencia.
El futuro de Siria es incierto, ya que los nuevos gobernantes son incapaces de manejar un estado. Solo son marionetas de Turquía, que tiene todo un piso del famoso hotel Four Seasons en Damasco, lleno de funcionarios turcos, e incluso el canciller turco tiene una oficina. La nueva constitución es un conjunto de funciones que el nuevo presidente tendría, incluso de carácter dictatorial, donde todo lo puede nombrar al mandatario. Nadie lo puede demandar, ni juzgar, ni destituir. La jurisprudencia sería la ley islámica. Son prohibidos los partidos políticos existentes en Siria, incluso hasta a las organizaciones palestinas con sede en Siria se les prohíbe su actividad. Se dice que habrá elecciones en 5 años, pero si no hay partidos políticos, todo suena a una tomadura de pelo. El futuro de Siria es factible que sea otra guerra entre muchas partes y el desmembramiento del territorio, como siempre lo quiso el sionismo. La causa palestina no está perdida, porque hay sólidos argumentos históricos, así quieran imponer una narrativa usurpadora, pero sí tomará muchos años para conseguir una Palestina libre, pues ya no está la Siria que era el último bastión panarabista, y hoy no solo hay que liberar a Palestina, sino también a Siria.
A Siria nunca le reconocieron nada positivo, como la educación, que era la mejor del mundo árabe, ni su política de seguridad social, donde los servicios de salud eran de bajo costo, incluso para todos los árabes que fueran a Siria. Los derechos de la mujer en igualdad, a diferencia del resto del mundo árabe e islámico, el laicismo de su estado y, sobre todo, el compromiso de que sus ciudadanos se identificaran más por el amor a su patria, que por su militancia religiosa. Los medios occidentales y algunos árabes del área del Golfo Pérsico se dedicaron a difundir que solo había cárceles y violaciones de DDHH, pero nunca dijeron que el 80% de los presos eran extranjeros, ya fueran terroristas mercenarios o espías.La Siria que conocimos ya no está, y genera una gran tristeza, porque en ella se generó la actual identidad cultural árabe.
Imagen de cabecera: Marcha con bandera de Siria/Canva.
Ariel Barrera-Haddad
Vicepresidente de la Asociación Cultural Colombo-Árabe de Cartagena.