Desarrollo

Duque no corrige el daño estructural de la economía

EDICIÓN 94 SEP-NOV 2018

Duque no parece estar dispuesto a corregir el daño estructural de la economía, que tiene tres males profundos: reprimarización, desorden territorial, inequidad y debilidad institucional. Hasta ahora, por las declaraciones del gobierno y por la actitud de los ministros, no se hace evidente que se vayan a tomar medidas que puedan llevar a transformaciones sustantivas.

La reprimarización y la consolidación de la economía extractiva

En los últimos años, la economía colombiana ha avanzado en un proceso de reprimarización en el que la industria y la agricultura han perdido relevancia frente a los procesos extractivos. Actualmente, el 52% de las exportaciones son petróleo y minerales, el 21% café y otros productos agrícolas, y el 9% son oro y piedras preciosas; la suma de los tres renglones equivale al 82% de las exportaciones. Al observa este escenario, se concluye que la dependencia de bienes primarios es evidente en Colombia, y este tipo de estructura de exportaciones hace que la economía sea muy frágil. La dependencia de estos bienes ha causado varios males, que se expresan en la llamada “enfermedad holandesa”. Este término, que tuvo su origen en los años sesenta, es el calificativo que se usa para expresar la incapacidad de la economía para administrar bien la bonanza. A raíz del descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural, el florín neerlandés se revalúo y la competitividad del país se fue a pique por el aumento considerable de las importaciones.

“Los países que logran manejar bien las bonanzas son una minoría pues la virtuosidad no parece ser una característica de las sociedades contemporáneas”.

El buen manejo de la riqueza ha sido una preocupación reiterada de la humanidad. En uno de los diálogos socráticos se muestra que la felicidad resulta de la conjunción adecuada de riqueza y virtuosidad.

En cuanto a los ricos, que llevan gravosamente la vejez, les viene como anillo al dedo este razonamiento, porque ni el hombre virtuoso soportaría fácilmente la vejez en medio de la pobreza, ni el no virtuoso, cargado de riquezas llegaría a encontrar satisfacción en ellas.

Platón, La República

La riqueza es una condición necesaria para ser feliz, pero no es suficiente; se requiere, además, de la virtuosidad que es el arte de vivir. Los países que logran manejar bien las bonanzas son una minoría pues la virtuosidad no parece ser una característica de las sociedades contemporáneas. Entre los pocos países que logran administrar bien las bonanzas se destaca Noruega. El Fondo petrolero de Noruega (ahora es el Fondo de pensiones del gobierno), creado en 1990, ha sido un caso exitoso en este país. Un ejemplo contrario a este tipo de experiencia es Venezuela, ya que existe una diferencia notoria entre esos dos países: ambos son ricos, pero mientras que en Noruega prima la virtuosidad, en Venezuela no se han diseñado los mecanismos que permitan administrar bien la bonanza. En cuanto a este tema, se puede decir que en Colombia no ha sabido utilizar los recursos de las bonanzas, aunque no ha llegado a los extremos perversos de Venezuela.

Revaluación del peso

Las bonanzas se reflejan en una entrada de capitales y en una revaluación de la moneda nacional, coyuntura donde las importaciones tienden a aumentar. En el período de mayor crecimiento de los precios internacionales, Colombia aumentó el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos; entre el 2010 y el 2015 el déficit pasó de -3,1 % del PIB a -6,3 %. Esto quiere decir que cuando los precios del petróleo y de los minerales estaban en sus niveles más altos, las exportaciones fueron menores que las importaciones. Esta dinámica fue perversa porque la bonanza se despilfarró al importar bienes que, además, golpearon muy duro a la industria y a la agricultura nacionales; se perdieron más de un millón de hectáreas de cultivos, y la importación de alimentos básicos pasó de un millón a 12 millones de toneladas. El daño estructural continúa, y el gobierno de Duque no parece tener claro este diagnóstico. Es fundamental recuperar las dinámicas de los sectores productivos, pues ahora que se anuncia una nueva bonanza, es factible que las importaciones vuelvan a aumentar y que el déficit en la cuenta corriente se agudice.

Cuando se presenta una bonanza exportadora la revaluación del peso es inevitable, y un país relativamente pequeño como Colombia no tiene la capacidad de incidir en el precio del dólar. Las intervenciones ocasionales que ha realizado el gobierno han tenido un impacto restringido. En este tipo de contextos, se puede observar el caso de China que ha tenido una exitosa regulación del valor del dólar, con suficientes recursos para devaluar artificialmente el yuan con el fin de evitar la caída de las exportaciones. En este caso el gobierno chino realizó compras masivas de dólares, y así mantuvo alta la tasa de cambio, y al mantener devaluado el yuan el precio del dólar subió y se redujeron los incentivos para importar. Este tipo de operación es impensable en Colombia, así que el fortalecimiento de la producción nacional se tiene que realizar mediante apoyos directos a la pequeña y mediana producción

Economías de enclave regionales

Las zonas productoras de petróleo y minerales se han convertido en economías de enclave, pero continúan teniendo pésimas condiciones de vida. Después de un siglo de nadar en medio del petróleo, los municipios del Magdalena Medio siguen siendo considerablemente más pobres que los no petroleros. Para modificar estas estructuras se requiere que los excedentes que llegan a los municipios productores se utilicen de manera adecuada en proyectos estratégicos; sin embargo, el manejo que se ha hecho de las regalías, como lo denunció el Contralor, ha sido desastroso. En lugar de inversiones con perspectivas de largo plazo, 33 billones de pesos de regalías se dispersaron en más de 12 mil pequeños proyectos.
Para transformar las economías de enclave en actividades productivas y competitivas se requiere, además, un adecuado ordenamiento del territorio, y esta es una prioridad que se deriva de los acuerdos de La Habana. Como bien se explica en el estudio del “Sistema de Ciudades” realizado por Planeación Nacional, la dinámica del territorio debe realizarse en función de los procesos de las grandes aglomeraciones; entre el campo y la ciudad existe un continuum, que debería llevar a la eliminación de la dicotomía urbano/rural. Es así que la sostenibilidad ambiental de las aglomeraciones depende de su adecuada articulación al territorio.

Los anuncios tributarios son inequitativos

El presidente Duque no va a reducir la desigualdad. Los anuncios del ministro Carrasquilla han sido claros. El eje de la reforma tributaria, o de la ley de financiamiento, será las modificaciones al IVA que, por su misma naturaleza, es inequitativo. De acuerdo con las intencionalidades manifestadas por el gobierno, no se han buscado alternativas fiscales (combinación de impuestos y subsidios) que efectivamente lleven a una reducción de la concentración del ingreso y de la riqueza. Como lo anunció desde su campaña, este gobierno está a favor de las grandes empresas y de los ricos, y las medidas anunciadas son consecuentes con estos mensajes; no se observa la mínima intencionalidad de incrementar de manera sustantiva los impuestos a la tierra, a la riqueza, a los dividendos y al patrimonio.

Debilidad institucional

Y en los días que han corrido desde que se posesionó el Presidente, es evidente la falta de liderazgo individual e institucional; los ministerios no tienen norte y las entidades rectoras, como Planeación Nacional, parecen sin rumbo. Fuera de los llamados a la cordialidad, el gobierno no ha dado mensajes que cohesionen y, sobre todo, que lleven a realizar los cambios estructurales que el país necesita.

El presidente Duque no va a reducir la desigualdad. Los anuncios del ministro Carrasquilla han sido claros. El eje de la reforma tributaria, o de la ley de financiamiento, será las modificaciones al IVA que, por su misma naturaleza, es inequitativo. De acuerdo con las intencionalidades manifestadas por el gobierno, no se han buscado alternativas fiscales (combinación de impuestos y subsidios) que efectivamente lleven a una reducción de la concentración del ingreso y de la riqueza. Como lo anunció desde su campaña, este gobierno está a favor de las grandes empresas y de los ricos, y las medidas anunciadas son consecuentes con estos mensajes; no se observa la mínima intencionalidad de incrementar de manera sustantiva los impuestos a la tierra, a la riqueza, a los dividendos y al patrimonio.

Referencias
Restrepo Juan Camilo y Bernal Andrés, (2014), La cuestión agraria. Tierra y conflicto en Colombia, Bogotá. Colombia: Penguin House Grupo editorial.

Mendoza Plinio Apuleyo. (2013). La estrategia secreta de las FARC. El Tiempo.pp.21. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12979610

Nieto Loaiza Rafael. (2018) Coctel explosivo. El Colombiano, pp. 33. Recuperado de: http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/coctel-explosivo-14385
Pachón Mónica. (2002).

El partido conservador y sus dinámicas, en Gutiérrez Sanín Francisco, compilador Degradación o cambio: evolución del sistema político colombiano. (pp. 27.78). Bogotá, Colombia: Grupo editorial Norma.

Semana. ¿Se puede gobernar sin mermelada? Semana, pp. 18-20.

Filósofo de la Universidad Javeriana, magíster en economía de la Universidad de los Andes y doctor en economía de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Profesor de las universidades Nacional y Externado. Exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas y exdirector del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Unal.

jorgeivangonzalez29@gmail.com