104 / ENE-ABR 2022

Análisis electoral ¿Hacia donde va el país?

EDICIÓN 104 ENE-ABR 2022

Por Jorge A. Camacho S.J.

En un escenario de fuertes contradicciones, luego de las movilizaciones sociales, y con el gancho de las consultas presidenciales, se esperaba una participación masiva en estas elecciones al Congreso de la República, pero no fue así, la abstención aumentó con respecto al 2018 (ver Cuadro 1).

La numerosa abstención puede explicarse por el descrédito que tiene el Congreso como Institución, lo cual aumentó con las movilizaciones de 2021, en las que fue incapaz de actuar ante las exigencias de los manifestantes. En general, hay una más negativa percepción de las instituciones del Estado, un cansancio de quienes, más allá de ser “indiferentes”, no creen en el Estado, no se sienten representados, ni confían en verdaderos cambios.

Por otra parte, las votaciones sucedieron de manera tranquila. Previo a la jornada electoral, la MOE (Misión de Observación Electoral) señaló que en 309 municipios, las elecciones estaban en riesgo, dada la presencia de grupos armados2https://www.moe.org.co/131-municipios-de-colombia-presentan-los-mayores-riesgos-para-las-elecciones-de-2022-moe/, pero al final solo en un municipio no se pudieron realizar.

Haciendo un análisis de los resultados, podemos afirmar lo siguiente:

El uribismo retrocedió, pero no está muerto. El progresismo avanzó, pero no lo suficiente. Las dinámicas clientelistas regionales y las estructuras de los partidos tradicionales siguen siendo eficientes. La democracia y su concepción misma están en disputa. La creciente polarización funciona como estrategia de la derecha para mantenerse en el poder.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil

1) El uribismo retrocedió, pero no está muerto

Todo parecía indicar que la gestión de Iván Duque, con un 73% de desaprobación3Según la encuesta Invamer de Febrero de 2022. https://www.eltiempo.com/uploads/files/2022/02/17/2022-02%20Invamer%20Poll.pdf, y la creciente imagen desfavorable del mismo Álvaro Uribe, iban a hundir definitivamente al uribismo. Pero, aunque el Centro Democrático perdió terreno en el Congreso (Cuadro 2), sigue siendo una fuerza significativa, más teniendo en cuenta que muchos de los candidatos de los partidos tradicionales son afines al uribismo.

Cuadro 2. Fuente: Registraduría. Los resultados que se presentan en el 2022 son los del pre-conteo, porque a 31 de marzo la Registraduría no había publicado, luego de tantas polémicas, los resultados del escrutinio

Donde se vio más desfigurado al uribismo fue en las consultas presidenciales, en las que no presentó su candidato propio. Bien porque no lo recibió la coalición de la derecha, o por estrategia, pues al parecer, hoy día, a diferencia de todos los procesos electorales desde el 2002, el apoyo directo de Uribe resta en lugar de sumar. Lejos de estar muerto, el uribismo ha tenido la capacidad de desplazarse hacia la Coalición de la Experiencia, que intenta darse un maquillaje de centro, negando que su candidato, Federico Gutiérrez, lo es del partido de gobierno, y escogiendo para la Vicepresidencia a Rodrigo Lara Sánchez, cercano a Fajardo y al Nuevo Liberalismo.

2) El progresismo avanzó, pero no lo suficiente

Por otra parte, el progresismo avanza en el Senado y en la Cámara de Representantes. El Pacto Histórico tendrá unos 19 senadores, tres más de lo que mostraba el preconteo. Esto implica 10 senadores más con respecto al 2018. La Alianza Verde, Centro Esperanza, también tendrá tres o cuatro senadores más. Sin embargo, la derecha y los partidos tradicionales siguen teniendo mayorías en el Congreso, en cuya conformación, comparándolo con la legislatura anterior, no se perciben grandes cambios. El avance del Pacto Histórico, aunque significativo, está lejos de asegurarle las mayorías necesarias para la gobernabilidad, en caso de triunfar en las presidenciales.

El éxito del Pacto Histórico en la Cámara de Representantes es más notable, con 25 escaños, siendo mayoría en sitios claves como Bogotá y el Valle. Por otra parte, la Consulta Presidencial más votada fue la de la izquierda, como se esperaba, mientras que la llamada Coalición de Centro, desgastada en peleas internas, obtuvo un muy pobre resultado. De otro lado, la derecha, con el aparato de los partidos en las regiones, logró una votación bastante aceptable en su consulta, y consolidó a Federico Gutiérrez, como su candidato (Cuadro 3). Se consolidan dos candidatos fuertes: Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, entre quienes seguramente se definirá la presidencia, al menos que Fajardo remonte en las próximas semanas, cosa que parece bastante remota, o que el candidato independiente, Rodolfo Hernández, con un discurso simple anticorrupción, dé a todos, una sorpresa.

Cuadro 3. Fuente: Registraduría

El fenómeno político de estas consultas fue, sin duda, Francia Márquez: mujer, negra, popular, que obtuvo una votación mayor que la de curtidos políticos como Fajardo y Char. Con su elevada votación, se convirtió en la fórmula vicepresidencial del Pacto Histórico, restándole a Gustavo Petro margen de maniobra para buscar alianzas hacia el Centro, con el Partido Liberal y con otros partidos, como el de la U.

Francia aparece para muchos, más a la izquierda que Petro, y en un país tan derechizado eso asusta. Sin embargo, su carisma, su discurso coherente, y lo que ella representa, puede terminar siendo más importante que cualquier cálculo electoral. Al ascenso político de Francia, hay que sumar que otros cuatro candidatos eligieron fórmula vicepresidencial afrodescendiente: Sergio Fajardo a Luis Gilberto Murillo, Rodolfo Hernández a Marlén Castillo, John Milton Rodríguez a Sandra de las Lajas Torres, y Luis Pérez a Ceferino Mosquera.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil

La irrupción de candidatos afrodescendientes es muy notable en un país tan racista, donde las comunidades negras han estado históricamente marginadas socio económicamente y ausentes de las grandes decisiones políticas.

3) Las dinámicas clientelistas regionales y las estructuras de los partidos tradicionales siguen siendo eficientes

El estallido social, la crisis y el descontento generalizado frente al gobierno actual, se expresan en un “voto castigo” al Centro Democrático, que entre Senado y Cámara perdió unas 26 curules. Pero los partidos tradicionales, especialmente el Liberal y el Conservador, que también forman parte de la coalición de Gobierno, siguen siendo estructuras funcionales, eficientes, para conseguir escaños en el Congreso. Estos partidos demostraron su capacidad de anclaje territorial, evidenciando que sus estructuras regionales, con cacicazgos, maquinarias y clientelismo, siguen funcionando muy bien.

De esta manera, la lógica de la consulta presidencial polarizada no parece ser la misma de las elecciones al Congreso, donde las dinámicas regionales parecen tener más relevancia, configurando un escenario de bastante fragmentación. Aunque el Pacto Histórico fue el más votado, tenemos nuevo Congreso con unas seis facciones distintas, donde muchas alianzas van a ser necesarias para lograr las mayorías.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil

Por otra parte, los partidos nacientes, o reaparecidos, no alcanzaron el umbral, y se quedaron por fuera del Senado: Fuerza Ciudadana, Nuevo Liberalismo, Estamos Listas, Movimiento de Salvación Nacional, entre otros. Un umbral tan alto, impide que los pequeños partidos tengan representatividad, y terminen “aplastados” frente a los clanes políticos y a la funcionalidad de los partidos grandes.

Esta misma lógica de los clanes se inmiscuyó, tanto en las curules especiales de paz, que se estrenarán en esta legislatura, como en las Circunscripción Especial Afrodescendiente, causando no pocas polémicas.

4) La democracia y su concepción misma están en disputa. La creciente polarización funciona como estrategia de la derecha para mantenerse en el poder

Podemos concluir que la contienda electoral deja dos escenarios claros: dos candidatos fuertes a la Presidencia: Petro y Gutiérrez, y un Congreso fragmentado en el que, cualquiera que sea el ganador, tendrá que trabajar para hacer alianzas.

La izquierda siente que esta vez sí llegará al poder, y la derecha hará todo lo posible para que eso no ocurra. La inminente polarización, se expresa en una campaña llena de descalificativos e insultos, de mentiras y fuertes contradicciones.

Más allá de la polarización, lo que tenemos en frente son dos proyectos de país, dos comprensiones de democracia, completamente distintas. Por eso resulta para muchos tan insulso el proyecto del centro, que hace las mismas promesas que los partidos tradicionales nunca han cumplido: cambios paulatinos para favorecer a la ciudadanía.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil

Estamos en un escenario atípico, en un país donde el Bipartidismo y el Frente Nacional nos enseñaron que todas las opciones eran más o menos parecidas. Por primera vez, desde la apertura democrática de la Constitución del 91, un movimiento de izquierda puede llegar al poder. Los vientos de nuevas izquierdas en el vecindario, con Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia, Pedro Castillo en Perú, y Gabriel Boric en Chile, hacen ver que esto es posible. Otro escenario favorable, ante el posible ascenso de la izquierda al poder, es la presencia en la Casa Blanca de un demócrata, con una política exterior pragmática, al parecer, poco interesado en la ideología con la que se gobierne cada país, con tal de que estos sirvan a los intereses norteamericanos.

Visto desde la otra orilla, por primera vez, al menos desde 1991, las élites dominantes sienten que pueden perder el poder por la vía democrática. Hace cuatro años sintieron el primer campanazo, pero con la imagen favorable que todavía tenía el uribismo, y uniendo todos los partidos, fue fácil contener a Petro. El escenario de todos contra Petro se va a repetir este año.

Pero el descontento social es mucho mayor, la izquierda tiene una plataforma más amplia y el Pacto Histórico trabaja en hacer alianzas y no volver a quedar en un escenario tan desigual como el del 2018.

Generar el clima de polarización es la estrategia de la derecha uribista, que intenta reducir el avance del proyecto progresista al extremo antagónico de ella misma, creando un enemigo monstruoso, para presentarse como la salvadora de la democracia y de las libertades, frente al comunismo del que proceden, según su discurso, todos los males. Poner en la misma balanza al partido de gobierno y a una oposición que institucionalmente ha sido muy marginal, acusándola por ejemplo, de haber hecho fraude en las elecciones, forma parte de esta campaña.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil

El fantasma del fraude reapareció con las polémicas declaraciones del registrador en octubre del año pasado: “El que no sienta garantías o crea que le harán fraude, pues no debería presentarse”. Desde entonces, la desconfianza ronda por todas partes. Si no es por la veeduría de los testigos electorales del Pacto Histórico, y la petición de los observadores internacionales de hacer públicos los formularios E-14, el Pacto habría perdido, por un error sistemático, unos 400.000 votos, que le representan tres o cuatro curules más al Senado. Y en medio de todo, los expresidentes Pastrana y Uribe protestan, vociferan, acusan a la izquierda de los errores de su propio gobierno.

Nos esperan, seguramente, meses de campaña sucia, de manipulación de medios, de siembra de miedos. ¿Logrará la derecha política mantenerse en el poder? ¿Hasta dónde llegará para no perderlo?

Lo cierto es que otro gobierno de derecha profundizaría aún más la crisis socio-económico-ambiental. Ojalá las élites políticas y económicas entiendan que, si queremos un país viable, deben dar, más temprano que tarde, una apertura a la alternancia del poder. Oponerse con el miedo, con la fuerza, o con el fraude, a los cambios que exige el pueblo colombiano, nos puede llevar a escenarios aún más violentos de los que ya vivimos, donde de seguro, no habrá ningún ganador.

Foto portada: Presidencia de la República de Colombia

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Jorge Alberto Camacho Chahín, S.J.

Filósofo y Licenciado en Teología de la PUJ. Magíster en Teología Fundamental del Centre Sèvres de Paris.

Director de la revista Cien Días vistos por Cinep.

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