El Amazonas y el Pantanal, biomas esenciales para la vida en el planeta, están al borde del colapso. Las regiones sufren impactos devastadores sobre la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y las poblaciones humanas, especialmente entre los grupos sociales más vulnerables. Datos recientes de MapBiomas revelan una retracción alarmante en la superficie del agua de estos biomas. La Amazonia, que contiene más de la mitad del agua superficial de Brasil, perdió 3,3 millones de hectáreas de superficie de agua en 2023, en comparación con el año anterior. El Pantanal, a su vez, enfrenta una de las peores sequías de la historia, con una reducción del 61% de su superficie hídrica en relación con el promedio histórico, lo que resulta en sólo el 2,6% de su territorio cubierto por agua.
La dramática pérdida de agua está directamente relacionada con políticas y agendas antiambientales que producen deforestación y quemas a gran escala e intensifican el avance del cambio climático. En estos momentos, miles buscan ayuda médica para respirar mejor, reducir la tos, la irritación de garganta y ojos o automedicarse, ya que las personas con comorbilidades tienen mayor riesgo de muerte. Otras miles de familias están aisladas, sin acceso a agua y alimentos (excepto lo que llega a través de alguna acción de apoyo); los peces y las marsopas mueren por falta de agua y oxígeno; la vida cotidiana de las comunidades ribereñas y de los pueblos indígenas se ve profundamente alterada, provocando enfermedades y trastornos mentales; las escuelas cerradas, el ciclo de enseñanza totalmente desajustado; y los territorios han sido invadidos por acaparadores de tierras, madereros y narcotraficantes.
Ante este escenario, líderes políticos y empresariales defienden que la pavimentación de la carretera federal BR-319 que une Porto Velho-RO en el “infame arco de deforestación” con Manaus-AM en la Amazonía central, podría resolver el problema del aislamiento de estas comunidades, especialmente en periodos de sequía. Sin embargo, los datos muestran lo contrario. Los municipios más afectados por la sequía no son accesibles por carretera, mientras que los municipios conectados por la BR-319 tienen las mayores tasas de degradación forestal, deforestación e incendios, agravando aún más la crisis climática. La pavimentación de esta carretera, citada en reconocidas revistas científicas como Science, Nature y The Lancet, es identificada como un factor que impulsa la deforestación y la degradación forestal, y lleva a la Amazonía más allá del punto de no retorno de la deforestación tolerada.
La crisis actual no se limita a un solo ecosistema. Estudios indican que la pavimentación de la carretera BR-319 y el desmantelamiento de las políticas de protección de las Áreas de Preservación Permanente (APP), comprometen el funcionamiento de los servicios ecosistémicos conocidos como “ríos voladores”, corrientes de aire que transportan humedad desde la Amazonía a otras regiones de Brasil y Sudamérica. Sin esta humedad, las regiones del sur y sureste de Brasil enfrentarán sequías aún más severas, con el colapso de los sistemas agrícolas que dependen de esta lluvia. La reciente movilidad del humo producido en los incendios desde el norte hacia el sureste y sur, demuestra claramente esta realidad. El suministro de agua en las zonas más pobladas de Brasil, como el sistema de Cantareira, también se vería seriamente comprometido por estas medidas, amenazando directamente el suministro humano.
Es un hecho, y muy bien documentado, que este emprendimiento afecta la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con los que Brasil está comprometido, como la erradicación de la pobreza, el hambre cero y la agricultura sostenible, la salud y el bienestar, la calidad de la educación, pública y gratuita, el acceso al agua potable y al saneamiento, el trabajo decente y el crecimiento económico, así como una energía asequible y limpia.
De manera vil y peligrosa, y en medio de la mayor crisis hídrica de Brasil, la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ) de la Cámara de Diputados aprobó el Proyecto de Ley (PL) 2168/2021, que califica como utilidad pública, las obras de riego y abrevadero, permitiendo realizarlas en Áreas de Preservación Permanente (APP). Esta medida dañaría la vegetación nativa y los cursos de agua protegidos, esenciales para el mantenimiento de los recursos hídricos, los servicios ecosistémicos y la biodiversidad. Destruir estas áreas en beneficio de la agroindustria, durante la peor sequía jamás registrada, es un grave error, y hoy ya se están propagando incendios intencionales en estos restos de bosques.
La carretera BR-319 es una punta de lanza que allana el camino a la deforestación en la Amazonía, que, a través de la evapotranspiración y de los ríos voladores, mantiene los ciclos hidrológicos de Brasil, así como el corazón bombea sangre por todo el cuerpo. Hoy en día, este sistema vital está perforado, esparciendo el humo por otras regiones del país. La destrucción de las APP sería como una leucemia que ataca el sistema circulatorio del agua, eliminando las fuentes de producción, que son los manantiales preservados por las APP. Es crucial que los gobiernos reevalúen la forma en que han manejado estas cuestiones urgentes. Estos proyectos asfixian a la población por el humo de los incendios, además de asfixiar la forma de vida de las poblaciones más vulnerables, debido a la expansión del acaparamiento de tierras y el azote en zonas de uso tradicional.
Los grandes proyectos amazónicos han priorizado la expansión del mercado capitalista y la producción de mercancías para la exportación, generando altos costos ambientales, sociales y culturales. El Estado ha invertido en la explotación de recursos naturales, promoviendo actividades como la minería, la exploración de petróleo y gas, la ganadería, la agroindustria y la producción hidroeléctrica, que causan severos impactos en las comunidades tradicionales y en el clima, agravando sequías prolongadas, el aumento de temperaturas, la contaminación y escasez de agua. Para mitigar estos efectos, es esencial crear economías solidarias con bajo impacto ambiental, alineadas con los ciclos de la naturaleza. Las políticas actuales representan un ataque directo a la seguridad hídrica, alimentaria y climática de Brasil.
Es urgente cerrar la BR-319, revocar el PL 2168/2021, renacionalizar los servicios de agua y alcantarillado en Manaos y combatir las políticas antiambientales que amenazan los ecosistemas y la soberanía nacional, poniendo en riesgo millones de vidas.
Mapa Amazonía brasilera
Mapa Incendios Amazonía
Traducción de Gleice Oliveira