Este artículo se basa en diversos informes de análisis estadístico descriptivo e investigaciones realizadas por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana. Este centro de pensamiento se dedica a generar y analizar evidencia cuantitativa que orienta la toma de decisiones en política educativa, al mismo tiempo que fomenta la conciencia sobre la realidad educativa en Colombia y las formas de mejorarla para construir un futuro hacia la calidad, la pertinencia y la equidad.
De cada 100 niños y niñas que ingresan a primero de primaria en el país, solo 51 logran graduarse a tiempo de grado 11. Los motivos de la deserción o repitencia son diversos y muchos de los casos, evitables. La mayoría de estudiantes que no logran una trayectoria educativa exitosa, provienen de familias de bajos recursos económicos, la brecha comienza a manifestarse desde la primera infancia, se mantiene en la educación básica y media, y para antes de que alcancen la mayoría de edad, su trayectoria truncada ya es prácticamente irreversible.
Comienzo de la trayectoria educativa
Desde la educación inicial, para menores de 5 años, se empieza a observar la disparidad educativa. Mientras que en los estratos socioeconómicos más bajos (estratos 1, 2 y 3), solo 3 de cada 10 niños y niñas participan en programas de educación inicial (hogares comunitarios, jardines, centros de desarrollo infantil o colegios), en los estratos medio-altos (estratos 4, 5 y 6), esta cifra asciende a 4 de cada 10 niños y niñas. Los centros e instituciones que atienden a los más económicamente afluentes cuentan en promedio con mejor infraestructura, personal especializado y apoyo psicosocial (IDEP-LEE, 2022). Aunque el ICBF proporciona un servicio de cobertura crucial y gratuito en primera infancia, dirigido especialmente a poblaciones vulnerables, en muchos casos este se limita a cuidado más que a una formación integral. La brecha empieza a abrirse entonces, porque aquellos que reciben educación preescolar de alta calidad logran obtener, en promedio, mejor preparación, mayores habilidades psicomotrices y más altos puntajes en pruebas estandarizadas futuras, en comparación con quienes no acceden a preescolar (OCDE, 2018).
En la etapa de primaria, la cobertura nacional es del 100%, tasa comparable con altos estándares de la OCDE, pese a lo cual, los niveles de calidad son cuestionables. Por ejemplo, persisten deficiencias significativas en habilidades tan indispensables como la lectura. Según un estudio reciente del Banco Mundial de 2023, se estima que 2 de cada 3 niños y niñas en Colombia, no pueden leer adecuadamente ni comprender un texto simple, durante los primeros años de primaria. El porcentaje de quienes “no saben leer”, estando escolarizados, es el doble en colegios oficiales, comparado con los privados. Las carencias en lectura son el comienzo del fin de una trayectoria educativa exitosa.
Escapes de talento del sistema educativo
El primer escape se observa durante la transición de primaria a secundaria, dado que solo 73 de cada 100 niños avanzan, según su cohorte, de quinto a sexto grado. Lo que sucede con los demás es un enigma (me disculpo por el término poco científico, pero ciertamente apropiado), pues desafortunadamente, el seguimiento que se les hace a los repitentes, población migrante o desertores por parte de los colegios, secretarías de educación o Ministerio de Educación Nacional es escaso o nulo. Pocos son los esfuerzos reales y estructurales para nivelar a los atrasados y atraer a los ausentes.
En esta etapa de la secundaria, a Colombia no le va bien en el comparativo mundial de las pruebas PISA 2022, al ubicarse en las posiciones 54/81 en lectura y 64/81 en matemáticas, lo cual no refleja del todo la realidad, debido a que se ignora en la muestra a quienes desertaron y probablemente habrían obtenido menores puntajes. Así mismo, Colombia figura en PISA como el país con la mayor tasa de repitencia (8.53% en 2022), entre todas las economías participantes. Aunque tales pruebas y otras estandarizadas, no dan un panorama completo de lo que pasa en la educación colombiana, los resultados sí prenden alarmas sobre el rezago que presentamos en aspectos educativos, frente a otros países.
El segundo gran escape en la trayectoria educativa ocurre al pasar de noveno a décimo grado, con aproximadamente 77.000 estudiantes saliendo del sistema cada año entre estos grados, cifra equivalente al 11.8% de los matriculados en noveno grado. La falta de oferta educativa, los recursos familiares limitados, embarazos adolescentes y reclutamiento forzado, son algunos de los factores que contribuyen a la deserción, especialmente en áreas rurales afectadas por conflictos. Por ejemplo, en 2021, de los 612.228 nacimientos registrados en el país, aproximadamente el 18.2% (111.548 recién nacidos), provienen de madres que son niñas o adolescentes entre los 10 y 19 años. En zonas rurales, para el 2022, los nacimientos donde la madre es una niña se incrementaron en 11,9%, comparado con 2021 (LEE, 2022). Desafortunadamente, los ciclos tienden a perpetuarse y, por tanto, evitar la deserción y sus causas en la ruralidad debería ser una prioridad del gobierno y de la sociedad civil.
Indicadores sobre la ampliación de la brecha entre sectores oficial y privado
La brecha educativa entre niños y niñas de diferentes recursos económicos desde los 3 años, al comparar colegios oficiales y privados, es un tema controversial. Un análisis comparativo revela disparidades significativas en aspectos simples y a la vez fundamentales, como el tiempo de permanencia en la escuela y la planta docente (LEE, 2022). Por ejemplo, en los colegios oficiales, el 72% no tiene jornada única, lo que implica que los niños van al colegio 4 o 5 horas, mientras que sus pares en colegios privados costosos, asisten en su gran mayoría 8 a 9 horas diarias. Además del tiempo no estudiado por la jornada, están los paros, que afectan principalmente a los colegios oficiales y que, en promedio, al año representan un 35% menos del tiempo de clases no recuperadas en colegios oficiales (Abadía, Gómez, Cifuentes, 2021).
En cuanto a la planta docente, también hay diferencias sustanciales entre colegios privados y oficiales. Mientras que hay colegios con un docente especializado por asignatura y planes curriculares, desarrollados con proyectos educativos estructurales académicos y de la persona, otros tienen una gran carga de profesores provisionales (o no tienen). En el área urbana, por ejemplo, 27% de los docentes del sector oficial, ocupan cargos provisionales. En el área rural, esta cifra alcanza el 42%. Esto sin mencionar las grandes diferencias en la formación docente. No son muchos los profesores que alcen la mano para ir a una escuela de Suárez, Cauca, donde el conflicto armado, la escasez de alimentos y la mala situación económica poco promueven condiciones dignas de enseñanza-aprendizaje.
Más allá de la cobertura y las pruebas estandarizadas
A lo largo de esta ruta educativa, atropellada para un alto porcentaje de quienes tienen menos recursos económicos, se añade que una educación de calidad no solo se limita a tener infraestructura, dotaciones y docentes calificados. Aunque estas condiciones son usualmente necesarias, no son suficientes para garantizar el éxito de la trayectoria educativa. La conquista de la trayectoria escolar incluye, no solo el acompañamiento que desde casa y la escuela se brinda a niños y niñas, sino también el manejo de situaciones que afectan su convivencia y salud mental (como la prevención del acoso escolar, control de redes sociales, etc.). Asimismo, es importante el sentido de propósito que las madres, padres y cuidadores, jóvenes, docentes, directivos, medios de comunicación, etc., le dan a la educación. Como diría un proverbio africano: “Se necesita una aldea para educar a un niño.”
Afortunadamente, el bienestar, los valores y el sentido de comunidad en las escuelas, no dependen absolutamente de recursos económicos, como sí sucede para aspectos como la construcción de infraestructura. Hay colegios con muy escasos recursos, que lo hacen muy bien en esta materia. El Índice Welbin muestra por ejemplo que colegios de todos los estratos, con políticas educativas fuertes de bienestar, contribuyen al desarrollo integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, generando armonía entre sus dimensiones cognitiva, emocional, física y social (Welbin y LEE, 2022). Además, desde el LEE de la Universidad Javeriana, observamos que cada punto adicional en el Índice Welbin, se asocia a 0,96 puntos más en el puntaje global de Saber 11, lo que indica una correlación fuerte y positiva entre el Índice Welbin (condiciones de bienestar escolar) y las pruebas estandarizadas de desempeño académico. Es reduccionista leer la cifra y afirmar que se debe proporcionar bienestar para obtener buenos puntajes; el mensaje es que, al realizar bien el trabajo, se logrará una formación integral en todas las dimensiones, incluida la académica.
El llamado es entonces a seguir trabajando desde el rol que tengamos, en la formación y trayectoria educativa de niños, niñas y adolescentes. Empezando por infantes que a sus tres años necesitan nutrirse del juego, del aprendizaje experiencial y la socialización, hasta los esfuerzos por mantener en el sistema educativo a los casos más complejos de adolescentes que estén a punto de desertar, porque, por ejemplo, ven en la guerra una opción de vida. Si bien hacen falta recursos económicos y contundencia gubernamental para cerrar las brechas, depende de la voluntad y el esfuerzo de nuestra “aldea”, trabajar activamente para evitar que se amplíen.
Referencias
Abadía Alvarado, L. K., Gómez Soler, S. C., & Cifuentes González, J. (2021). The effect of teacher strikes on academic achievement: Evidence from Colombia. International Journal of Educational Development, 82, Artículo 102369. https://doi.org/10.1016/j.ijedudev.2021.102369
Demombynes, G (2023). Learning Poverty at the Local Level in Colombia. Banco Mundial. https://documents1.worldbank.org/curated/en/099229306262386770/pdf/IDU1e1e2ab871939214aec1b0541a7670688cd52.pdf
Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE. Encuesta de Calidad de Vida- ECV, (2022). https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/salud/calidad-de-vida-ecv/encuesta-nacional-de-calidad-de-vida-ecv-2022 Consultado el viernes 19 de julio de 2024.
Secretaría de Educación del Distrito – SED, Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico – IDEP, & Laboratorio de Economía de la Educación – LEE de la Pontificia Universidad Javeriana (2022). Caracterización de los jardines infantiles privados que ofertan educación preescolar en Bogotá. https://lee.javeriana.edu.co/documents/5581483/7042223/Caracterizacio%CC%81n-Jardines-Infantiles-Privados-LEE-IDEP-2022.pdf/9538d4b5-3521-4405-2cf0-0aee15f1c9f0?t=1665592453239
Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana. (2023). Informe No. 84. Colombia y el mundo: bajos resultados en las Pruebas PISA 2022. https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-84
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Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana. (2021). Informe No. 43. Desafíos y brechas en cobertura en primera infancia en Colombia. https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-43
Ministerio de Educación Nacional de Colombia – MEN. Sistema Integrado de Matrícula -SIMAT, (2022). https://www.mineducacion.gov.co/sistemasdeinformacion/1735/w3-article-258395.html?_noredirect=1 Consultado el viernes 19 de julio de 2024.
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Welbin y Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana (2023). La ruta hacia el bienestar escolar: Índice Welbin – Colombia, 2023. https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-81
Welbin y Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana (2022). Índice Welbin: Condiciones escolares para el bienestar. Colombia, 2022. https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-62
Foto de encabezado: Michelle McFarlane/Flickr.
Gloria Lucía Bernal Nisperuza
Economista y máster en economía de la de la Pontificia Universidad Javeriana, máster en Administración Pública de la Universidad de Nueva York en Estados Unidos, y doctora en Análisis de Políticas Públicas de la Universidad de Maastricht UNU-MERIT en Holanda. Sus áreas de interés son: la economía de la educación, el análisis de políticas públicas y la evaluación de impacto. Ha escrito varios artículos científicos de evaluación de impacto de políticas públicas en educación, y lidera algunas iniciativas que buscan mejorar los niveles de lectura y matemáticas en algunos colegios oficiales del país. Actualmente es profesora asociada del Departamento de Economía, y directora del Laboratorio de Economía de la Educación - LEE de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.