101 / ENE-ABR 2021

La juventud de Tumaco resiste

EDICIÓN 101 ENE – ABR 2021

Por Ulrike Purrer Guardado

El Municipio de Tumaco ocupa uno de los primeros puestos en muchas estadísticas preocupantes. Los adolescentes y jóvenes del puerto nariñense crecen en condiciones muy precarias, en medio de la violencia y del narcotráfico, careciendo de oportunidades académicas y laborales, de espacios recreativos y seguros. Sin embargo, el talento humano y las ganas de superarse abundan, y en muchos escenarios de Tumaco, es justamente la juventud la que alza su voz crítica, y asume la transformación social hacia una convivencia pacífica con justicia social.

Son las ocho de la noche en el barrio Nuevo Milenio de Tumaco. Las calles están llenas de vida: niños corriendo en cicla sin freno, jóvenes jugando futbol en medio del tráfico, algunos amigos riéndose duro mientras esperan su turno en la fritanga de la esquina, y en medio de todo eso, se escucha la música del Centro Afro Juvenil donde los raperos del grupo AfroMiTu están ensayando con los bafles a todo volumen:

Decimos no a la violencia, a los atentados, crímenes, reclutamiento forzado. Decimos no a la violencia, a la escasez de valores y familias destruidas. Decimos no a la violencia, al poder, a la fuerza pública que vulnera los derechos. Decimos no a la violencia. Se genera más violencia por falta de educación. (AfroMiTu, 2015, canción “Decimos no a la violencia”).

Se sinte la convicción en la voz de los chicos. AfroMiTu son unos jóvenes afrodescendientes que viven en el barrio Nuevo Milenio y se identifican profundamente con su Tumaco. Son una iniciativa artística que denuncia valientemente la violencia, corrupción e injusticia, pero también resalta con mucha dignidad, las bellezas y potencialidades de su territorio. AfroMiTu es una apuesta juvenil que genera alternativas en medio de una realidad bastante desesperanzadora.

Se sigue esperando la paz

El Nuevo Milenio   es   uno de     los    sectores    más golpeados de la ciudad. La mayoría de sus casi 1.500 casas está construida de madera, y encima de las mareas del Océano Pacífico, albergando     a casi 10.000 personas, más de la mitad de ellos desplazados por la violencia. Desde que los    paramilitares  perdieron fuerza en el año 2013, las FARC asumieron el control  sobre  este sector y sus disidencias lo siguen teniendo. Los chicos campaneros del Bloque Occidental Alfonso Cano están vigilando las entradas al barrio, de día y de noche. Aquí,  la firma de la paz no ha cambiado mucho la vida de la gente. Mientras en otras regiones se ha observado una reducción de la violencia, la tasa de homicidios en Tumaco sigue siendo altísima. Tristemente, la principal víctima de esta realidad es la juventud. Más de la mitad de los asesinados en Tumaco tiene entre 15 y 29 años (Fundación Paz y Reconciliación, 2018, sin página).

Esta cifra tan alarmante es también el resultado de una sociedad que les ofrece muy pocas alternativas a sus generaciones futuras. De los 217.079 habitantes del Municipio de Tumaco, un 45% son menores de 20 años. Uno de cada 3 tumaqueños es  joven  (14-28 años) según la ley (Cámara de comercio, 2020, 45), pero las oportunidades académicas y laborales para ellos, así como los espacios recreativos con garantías de seguridad son muy escasos. Hacen falta canchas   deportivas y parques lúdicos, bibliotecas y centros culturales. La gran mayoría de los chicos crece en la calle, sin reglas, ni estímulos constructivos. Y ni siquiera los colegios representan unas   estructuras de respeto y fiabilidad; ya antes de la pandemia eran muy pocas las semanas escolares en las que los estudiantes realmente recibían clases de lunes a viernes, y con un mínimo de calidad pedagógica. Esta falta de seriedad en la oferta educativa hace que un 20% de los estudiantes de primaria abandone o nunca inicie el año escolar, y solo 6 de cada 10 jóvenes tumaqueños terminan exitosamente la secundaria (Save the children, 2019, 52).

Foto: Juan Manuel Peña

Además, el contexto de violencia y las fronteras invisibles les han dificultado a no pocos estudiantes el camino diario al colegio. Los chicos de AfroMiTu alzan la voz cantando: “En cuanto a la educación, hay mucha deserción. La violencia nos oprime y nos daña el corazón. Las barreras invisibles no nos dejan avanzar. El miedo nos invade cuando vamos a estudiar” (AfroMiTu, 2015, canción “Decimos no a la violencia”). En algunos casos, el miedo no invade solamente a los estudiantes sino también a los profesores.

En el año 2019, hubo tantas amenazas, enfrentamientos armados y homicidios de estudiantes de la I.E. Iberia, que los docentes de este colegio no sabían cómo garantizar la seguridad de sus alumnos y de ellos mismos. El miedo fue tan grande que, en esta institución educativa, el año escolar se suspendió un mes antes del fin oficial del calendario académico. Es más, en estos últimos 10 años, se ha visto un impacto directo de la violencia y del narcotráfico en casi todos los colegios de Tumaco. En el 2014, uno de los años más agresivos de la década pasada, se registró un número muy elevado de estudiantes que decidieron no seguir sus estudios.

Muy parecidas son las consecuencias del narcotráfico. Justo después de la firma de los Acuerdos de paz, cuando en la Costa Pacífica Nariñense subió la producción de la coca de manera exponencial, la deserción escolar entre los estudiantes de secundaria alcanzó un pico muy elevado (Save the children, 2020, p. 53). Muchos jóvenes encontraban en la producción y el tráfico de drogas una opción mucho más lucrativa que en unos estudios de muy baja calidad, que ni siquiera les garantizaría el acceso a la universidad o un trabajo digno. Los raperos de AfroMiTu comentan esta situación cantando: “Políticos hablan de paz y nunca invierten en la prioridad. No saben que la educación es lo principal. Pésimas estructuras y mucho profesional, con pedagogía baratas no sirven para nada. No sirven para nada.” (AfroMiTu, 2015, canción “Decimos no a la violencia”).

Fotogramas: Afromitú “Decimos no a la violencia”.

Luchando por la educación superior

Sin embargo, hay un buen número de jóvenes que le siguen apostando a la educación, siendo en la mayoría de los casos, los primeros bachilleres de su familia. Solo en el año 2020 se graduaron 2.717 tumaqueños, pero ¿qué futuro tienen estos estudiantes ilusionados? La mayoría de ellos quisiera ingresar a la universidad, ya que para cualquier contratación laboral seria con unas prestaciones mínimas, hoy en día se pide un título profesional.

El SENA de Tumaco ofrece más de 25 programas y cuenta con una cifra impresionante de aproximadamente 3.500 aprendices, pero con el certificado de técnico o tecnólogo, aquí es muy difícil conseguir trabajo. De hecho, muchos jóvenes dicen que solo se inscriben en el SENA para no quedarse haciendo nada mientras siguen luchando por su cupo en la universidad, y porque estudiando cualquier cosa se les sigue pagando Jóvenes en acción. Son una minoría los que ven en los cursos del SENA, una verdadera opción para su futuro laboral.

Otros, para no quedarse con los brazos cruzados, se inscriben en algún instituto no acreditado por el Ministerio de Educación, muchas veces de costos relativamente elevados, pero con presencia en Tumaco. Para las familias es un esfuerzo económico grande, pero el hecho de no tener que pagar arriendo ni alimentación en otra ciudad, les hace pensar que es una buena opción, y en todo caso, mejor que nada. En total, en el año 2019, el 87% de los estudiantes superiores estudiaron en institutos no formales (Cámara de comercio de Tumaco, 2020, p. 60), a pesar de que sus certificados les generan muy pocas oportunidades laborales en Tumaco, y menos aún, fuera del municipio.

Por lo tanto, la gran demanda de una educación superior reconocida es incuestionable, pero las opciones reales son muy limitadas. Para nadie es un secreto que las condiciones económicas de la mayoría de los tumaqueños son muy precarias (Alcaldía de Tumaco, 2020, p. 25). El 85% de la población vive en pobreza multidimensional (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, 2017, p. 17), de manera que las puertas de las universidades privadas, por lo general, quedan cerradas para los jóvenes de Tumaco. Es por eso que la mayoría intenta ingresar en una de las dos universidades públicas que hacen presencia en el territorio, es decir, en la Universidad de Nariño o la Universidad Nacional. Ambas le han venido apostando mucho a la Costa Pacífica Nariñense, pero la oferta académica sigue siendo muy limitada.

La Universidad de Nariño está ofreciendo sólo 5 carreras   y sigue   siendo   una   extensión   de la sede principal de Pasto, con una   infraestructura   muy   humilde y recursos reducidos, aunque el proceso de su ampliación está en marcha. Ya hace varios años, nació el proyecto seccional promovido por el movimiento estudiantil junto con algunos egresados de la misma universidad, muchos docentes, decanos, el coordinador de Tumaco y el propio rector universitario. Este proyecto ambicioso busca que Tumaco tenga una sede con autonomía e incluso con dos extensiones más en otros municipios de la Costa Pacífica Nariñense. Actualmente, la Universidad de Nariño tiene una población estudiantil de 800 inscritos en Tumaco y en el 2020 ingresaron 131 estudiantes.

Además, se cuenta con la presencia de la Universidad Nacional que admite 200 estudiantes por semestre, es decir, 400 ingresos anuales. Su Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (PEAMA) permite a los bachilleres de esta región ingresar a cualquiera de los 73 programas de pregrado, iniciando sus estudios con los cursos básicos de nivelación en Tumaco, antes de trasladarse a una de las sedes andinas en Bogotá, Palmira, Medellín o Manizales. El sueño a mediano plazo es la   ampliación de la sede de Tumaco, de manera que cada vez más jóvenes puedan realizar sus carreras completas sin tener que alejarse del territorio.

En el año 2020, estas dos universidades públicas recibieron aproximadamente un 20% de la población joven que se gradúa cada año en Tumaco, una cifra bastante loable, pero queda la pregunta: ¿Qué se les ofrece a los más de 2.000 bachilleres anuales que no logran matricularse? La triste realidad es que, a pesar del gran esfuerzo que se ha hecho en estos últimos años, más del 90% de los jóvenes entre 17-21 años, aún se encuentra fuera del sistema de educación superior (Fundación Paz y Reconciliación, 2018, sin página). Por ende, la población tumaqueña no cuenta ni con un 5% de personas que haya terminado el nivel superior o postgrados (Cámara de comercio de Tumaco, 2020, p. 37).

La falta de empleo favorece la violencia

Además, más allá de la necesidad de profesionales con títulos académicos, la Costa Pacífica Nariñense requiere urgentemente de un número considerable de empleos formales, no exclusivamente, pero sobre todo para la juventud. Según la Cámara de comercio de Tumaco (2020, p. 56), el desempleo de la población económicamente activa alcanzó en el año 2019 un 88% en el puerto nariñense. Esta realidad desanima a muchos jóvenes en su proyecto de vida y le abre caminos a los actores armados, quienes atraen a los chicos ofreciéndoles dinero y una vida fácil, a cambio de algunos servicios puntuales o el ingreso definitivo a estos grupos. Los raperos de AfroMiTu conocen este tipo de  situaciones muy de  cerca.

Foto: Katalina Vásquez Guzmán.

Yo vivo día a día los problemas de mi barrio, observo como uno de mis amigos se convierte en mercenario”, dice una de sus canciones que, en otra estrofa, recuerda con nostalgia y tristeza:

Hace algunos años, hoy me pongo a recordar,

cuando con mis amigos, salíamos a jugar,

a la lleva, el yeimi, pacha cajón, y muchas cosas más.

Hasta medianoche nos solíamos quedar,

sin miedo ni preocupación

que una guerra absurda nos lastime el corazón,

truncando nuestros sueños de vivir en libertad.

Ya no tengo a mi hermano y mis amigos ya descansan en paz.

(AfroMiTu, 2017, canción “Del barrio).

Tristemente, a pesar de los acuerdos de La Habana, el reclutamiento y la utilización de los jóvenes tumaqueños por parte de los grupos armados no ha disminuido Incluso la situación ha empeorado, ya que, junto con las prácticas atroces de la violencia y el aumento de la siembra de coca, ha crecido también el consumo de sustancias psicoactivas por parte de los jóvenes y adolescentes, un círculo vicioso que casi no tiene salida. En Tumaco, el Estado no cuenta con estrategias preventivas para la juventud, ni mucho menos con un centro de recuperación para las personas que han caído en la adicción.

Fotogramas: Afromitú “Decimos no a la violencia”.

En la población femenina se observa una tasa muy elevada de embarazos a temprana edad. Un 90% de las mujeres tumaqueñas llega a ser madre antes de cumplir los 20 años, y una de cada 20 niñas queda embarazada antes de cumplir los 15 años (Save the children, 2020, p. 73). Muchos de estos embarazos son la consecuencia de abusos sexuales en la familia o están relacionados con los actores armados que utilizan a las chicas y sus cuerpos como una estrategia para extender su radio de control. Debido a la poca confianza en la institucionalidad, se registran muy escasas denuncias contra este tipo de delitos, mientras las cifras reales son altísimas.

Entre los muchachos hay un grupo grande que sueña con una carrera como futbolista profesional. Dejándose ilusionar por el éxito de unos pocos, se imaginan un futuro con fama y dinero, abandonando el estudio. Algunos logran jugar por unos meses en otras ciudades, pero la mayoría vuelve a Tumaco, sin ninguna formación académica, a ubicarse en su antigua realidad.

Otra opción que suena mucho entre los jóvenes es la de ingresar en la policía o en el Ejército, no porque les guste cargar un arma, ni porque lo consideran una profesión deseable o una manera constructiva de aportarle al país, sino porque es una de las muy pocas oportunidades de recibir un sueldo fijo y puntual. “Y si me matan, le pagan una buena pensión a mi mamá”, dicen algunos.

La injusticia social sigue abriendo las brechas

entre los de arriba y abajo, entre izquierda y derecha.

¿Por qué no unirnos, para construir de verdad,

con transparencia y amor, una nueva sociedad?

Donde todos cabemos, con nuestra manera de ser.

Y nadie mata, ni muere por luchas de poder.

(AfroMiTu, 2020, canción “La paz sí es posible”).

Luces de esperanza

Sin duda alguna, el panorama para los jóvenes tumaqueños es muy desfavorable. Sin   embargo, se encuentran muchas luces en la juventud de la Perla del Pacífico. Estos jóvenes, en vez de conformarse con el rol de víctima, se rebelan y organizan alzando su voz crítica, y convirtiéndose en protagonistas de una transformación  personal y comunitaria. Los raperos de AfroMiTu cuentan en una de sus canciones, cómo “la música nos aleja de los malos vicios” (AfroMiTu, 2017, canción “Del barrio”), y le hacen un llamado de atención a toda la población: “Yo me pregunto ¿cuándo es que esto va a cambiar? Si nos hacemos los ciegos, las cosas seguirán igual. Ahora pregúntate tú ¿cuándo es que esto va a cambiar? Depende de nosotros el cambiar esta realidad.” (AfroMiTu, 2015, canción “Perfume de la corrupción”). Y los chicos de AfroMiTu no están solos. En el Centro Afro Juvenil y en todo Tumaco hay muchos jóvenes activos. El talento en Tumaco es abundante y el testimonio de hombres y mujeres jóvenes que luchan desde sus familias por una sociedad más humana, genera mucha esperanza. Con las uñas y normalmente sin ningún apoyo institucional, ni un lugar adecuado  dónde reunirse, se organizan en grupos juveniles y culturales, de danza, circo y música, en movimientos académicos y religiosos, transformando la sociedad no solamente como artistas y deportistas, sino también verdaderos líderes juveniles, que construyen su proyecto de vida sin violencia, sin corrupción, ni plata fácil. Más de 40 iniciativas juveniles están organizadas en la Plataforma Municipal de Juventud de Tumaco, que está haciendo uso de su legítimo derecho de participación en las políticas públicas de juventud y en la construcción de un país pacífico con justicia social, tal como lo enfatizan los cantantes de AfroMiTu:

Ojalá sean éstos, los jóvenes que reciban cada vez más atención mediática y apoyo institucional, para que puedan seguir transformando la sociedad, y se vuelvan rostro y noticia principal de nuestro Tumaco y de todo el país.

Fotogramas: Afromitú “Decimos no a la violencia”.

Bibliografía

AfroMiTu (2015). Decimos no a la violencia [Canción]. Recuperado en https://www.youtube.com/watch?v=OQY- blVGmtJY

AfroMiTu (2015). Perfume de la corrupción [Canción]. Recuperado en

https:// www.youtube.com/watch?v=L- tR_5nSbKcQ

AfroMiTu (2017). Del barrio [Canción]. Recuperado en https://www.youtube. com/watch?v=nf8Yt0fHoGk

AfroMiTu (2020). La paz sí es posible [Canción]. Recuperado en

https://www. youtube.com/watch?v=ouLjd2_5ghA

Alcaldía de Tumaco (2020). Plan de desarrollo. Recuperado de https:// sanandresdetumaconarino. micolombiadigital.gov.co/sites/ sanandresdetumaconarino/content/files/000471/23515_ac- uerdo-no-003–2020-adop-ta-plan-de-desarrollo-enam- orate-de-tumaco-2023.pdf

Cámara de comercio de Tumaco (enero 2020). Dinámica. Social, económica y empresarial. Recuperado de https://www.cctumaco.org/wp-content/uploads/2020/01/DINAMICA-2019-Version-Final.pdf

Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural –RIMISP (2017). Desarrollo territorial en el post conflicto colombiano. Lectura Territorial de San Andrés de Tumaco. Recuperado de https://www.rimisp.org/wp-content/files_mf/1514388162Producto2_LecturaterritorialTumaco_GRANTFIDA1.pdf

Fundación Paz y Reconciliación (2018). Historia de resistencia juvenil en Tumaco. Recuperado de https://pares.com.co/2018/07/16/historia-de-resistencia-juvenil-en-tumaco/

Save the children (2020). Diagnóstico situacional de los Derechos de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el Distrito de Tumaco.

Foto portada: Fotogramas Afromitú “Decimos no a la violencia”

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Ulrike Purrer Guardado

Licenciada en Teología y PhD en Historia Latinoamericana, Universidad de Leipzig, Alemania. Coordinadora del Centro Afro Juvenil de Tumaco.

ulipg@gmx.de

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