103 / SEP-DIC 2021

La democracia hondureña. Entre golpes, luchas y esperanzas

EDICIÓN 103 SEP-DIC 2021

Por Elvin Hernández y Yolanda González

Historia reciente de una anomalía democrática

El analista hondureño y director del ERIC-Radio Progreso, Ismael Moreno1El ERIC-Radio Progreso es una institución del apostolado social de la Compañía de Jesús en Honduras., suele decir que Honduras es el país del “etcétera”2https://wp.radioprogresohn.net/p-melo-honduras-se-convirtioen-el-pais-del-etcetera-video/, porque siempre ha estado invisible en el contexto internacional, salvo por ganarse los primeros puestos en deplorables carreras. Así, ha tenido el dudoso honor de haber sido la cuna del primer golpe de Estado de este siglo en América Latina, cuando la madrugada del 28 de junio de 2009, literalmente, sacaron al presidente electo en pijama de su habitación, resquebrajándose gravemente las bases de un Estado de derecho y de un régimen democrático.

Sin embargo, parece que esto no fue suficiente para que las élites políticas y económicas del país pudieran poner en marcha su plan de desarrollo basado en un extractivismo depredador, que les permite acumular y concentrar todavía más riqueza, y convertir a Honduras en uno de los países más desiguales de América Latina, el continente más desigual del mundo.

A lo largo de esta década, se fueron sucediendo al menos otros tres golpes certeros al orden constitucional: en 2012, el presidente del Congreso, y futuro presidente de la República, Juan Orlando Hernández, logró de manera fraudulenta la destitución ilegal de 4 de los 5 magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, porque sus últimas resoluciones no se adecuaban a sus planes de futuro. En 2015, el ya presidente logró que esa misma Sala emitiera una sentencia que concluía que la Constitución violaba los derechos constitucionales del ciudadano Juan Orlando Hernández, y permitía de facto, la reelección presidencial. Y el remate sucedió en 2017, cuando el Tribunal Supremo Electoral reconoció, de manera claramente fraudulenta, a Juan Orlando Hernández como ganador de las elecciones, quien se impuso como presidente, a golpe de represión contra la oleada ciudadana que salió a las calles a protestar contra el fraude electoral, con un saldo de más de 1,300 personas detenidas, 22 asesinadas y 150 heridas3 Según datos de la Oficina en Honduras del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Las organizaciones de la sociedad civil afirman que seguramente hubo más detenidos, asesinados y heridos. El informe de la OACNUDH está disponible en: https://www.ohchr.org/documents/countries/hn/2017reportelectionshrviolations_honduras_sp.pdf.

Foto: PBS NewsHour.

Estos hechos mantienen a Honduras,en una situación de permanente excepcionalidad constitucional y anormalidad democrática (Mejía, 2019), que se caracteriza principalmente por:

a. Un cinismo estructural, al ser Honduras experto en ratificar la mayoría de tratados internacionales de derechos humanos, y a la vez adoptar las prácticas más contundentes que los contradicen. Un reciente ejemplo de esto, puede ser su postulación exitosa al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, el día después de que la Relatora para los defensores de derechos humanos, advirtiera que la falta de voluntad política para proteger a estos defensores ha provocado un número “escandalosamente alto” de detenciones y asesinatos en Honduras4https://www.guapinolresiste.org/post/personas-defensoras-en-honduras-enfrentan-guerra-de-baja-intensidad-en-desigualdad-de-condiciones.

b. Un creciente deterioro de la institucionalidad democrática, y un incremento de la desconfianza ciudadana. Según el sondeo de opinión pública que el ERIC realiza anualmente desde 2010, 8 de cada 10 hondureños manifiestan no confiar ni en el gobierno central, ni en la Corte Suprema de Justicia, ni en el Congreso Nacional, y en general, afirman tener poco o nada de interés en la política. Tal vez más más preocupante, pero no sorprendente, es que el 38% de la ciudadanía, reconoce que no le importa tener un régimen democrático o autoritario, siempre que le resuelva sus problemas, y el 12.3%, incluso afirma que, en algunas circunstancias, es preferible un gobierno autoritario (ERIC, 2020).

c. El uso político de la violencia y la criminalidad, mediante la remilitarización y la delegación de parte de la violencia en sectores privados, así como el uso indebido del derecho penal, para reducir al mínimo, la presión de los sectores sociales y la crítica pública. Y es que después del golpe de Estado de 2009, las estrategias en contra de los defensores y defensoras de derechos humanos se han perfeccionado, para lograr el objetivo final, que es neutralizarlos (González, 2021, 79:83). Estas estrategias transitan desde la persuasión o el soborno como primer paso, seguido del aislamiento, hostigamiento y difamación de las personas a quienes no logran controlar. Por otro lado, las estrategias de criminalización son más agresivas, mediante la utilización indebida de tipos penales, como la usurpación o asociación ilícita. Las agresiones, y finalmente, el asesinato son las últimas cartas de esta siniestra baraja de opciones, de las que lastimosamente se sigue haciendo uso. No en vano, Honduras, un pequeño país, rico en bienes naturales, ha sido considerado en los últimos años como uno de los más peligrosos del mundo para el activismo ambiental5 Ver, por ejemplo, el informe especial que, en 2017, Global Witness elaboró sobre el país, y que precisamente tituló: “Honduras: el país más peligroso del mundo para el activismo ambiental”. Ver: https://www.globalwitness.org/en/es/.

Desde hace 200 años, ¿Honduras para los hondureños?6Documento del trabajo del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación. Septiembre 2021.

Dos acontecimientos de hace 200 años han marcado la vida del país. En primer lugar, en 2021 cumplimos dos siglos de la firma del Acta de Independencia de Centroamérica de la Corona española. Firmada exclusivamente por las élites criollas, en su artículo introductorio el acta dice que:

“la mande a publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.

Algunos analistas afirman que de este temor nació la “identidad” de las élites hondureñas y centroamericanas, que a lo largo de dos siglos han desconfiado de los sectores populares, a quienes siempre han visto y tratado como subalternos, comportándose igualmente serviles ante los poderes externos, a los cuales siempre han visto y tratado como “mayores”. Esta “identidad” de las élites ha sustentado la dominación económica y política a la sociedad hondureña, que a su vez se sustenta en una triple opresión: clasista, racista y sexista.

El segundo acontecimiento fue la implementación de la Doctrina Monroe. Nos acercamos a dos siglos del discurso del Presidente estadounidense, James Monroe, del cual dicha doctrina deriva su nombre, y en la que se estableció la máxima de la política estadounidense de: “América para los americanos” en 1823, cuya aplicación ha consistido en que si un país del continente amenaza los intereses, los derechos o el patrimonio de ciudadanos o empresas de Estados Unidos, Washington tiene la potestad de intervenir en ese país.

Foto: PBS NewsHour.

Control y dominación son, desde entonces, las características de una relación bicentenaria entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe, variando las modalidades, dependiendo de las coyunturas, las estabilidades o las amenazas. Emplearán así, “el gran garrote” o la política “de buena vecindad”. Algunas veces usarán cañones y bases militares, otras veces “alianzas para el progreso” o “alianzas para la prosperidad”. Algunas veces organizarán golpes de Estado, otras veces promoverán una democracia tutelada o un autoritarismo controlado. Algunas veces un intervencionismo velado, otras veces un intervencionismo descarado.

Honduras, al igual que Centroamérica, cumple 200 años de relaciones definidas por la ausencia de decisiones soberanas internas, en sociedades manejadas por reducidas élites, subordinadas a las políticas de Estados Unidos, que nos trata desde hace dos siglos como su “patio trasero”.

Parceros

El conocimiento general que tenemos de Colombia en Honduras ha llegado a través de cuatro fuentes: i) a partir de las noticias de CNN sobre el conflicto armado y los acuerdos de paz, donde sus actores visibles se cruzan entre militares, paramilitares, narcos y miembros de las Farc; ii) de las múltiples visitas y venenosas asesorías de Uribe a la clase política hondureña; iii) de las telenovelas sobre el fastuoso y espeluznante mundo de los narcos; y, iv) de las canciones de Carlos Vives, Shakira, Juanes o Maluma.

Ahora bien, bajo ese imaginario superficial, hay vínculos sólidos menos conocidos, pero definidores de los asuntos públicos del país. En materia política de seguridad, Honduras ha seguido la estrategia impulsada por Estados Unidos, conocida como el Plan Colombia o colombianización de la seguridad7 En 2015, Juan Orlando Hernández pidió públicamente a Estados Unidos que implementara un programa similar al Plan Colombia en Centroamérica, por él éxito que había tenido en su ámbito de acción. https://es.insightcrime.org/noticias/noticias-del-dia/presidentes-hacen-llamado-estados-unidos-invierta-en-version-centroamericana-plan-colombia/, y se ha fortalecido la relación colombo-hondureña en materia de seguridad y defensa 8https://sedena.gob.hn/2020/09/03/honduras-y-colombia-nueva-cooperacion-binacional-en-materia-de-defensa-y-seguridad/. Estos procesos están centrados en la militarización de la seguridad pública, bajo el argumento de que el objetivo es combatir el narcotráfico. Sin embargo, la droga sigue pasando por decenas de toneladas en el país, y las clases política y empresarial, han contribuido activamente al servicio de transporte, seguridad y lavado de las ganancias de la droga. Curiosamente, muchos políticos del Partido Nacional, que han gobernado durante la última década, están señalados por la justicia de Estados Unidos9Entre ellos, por ejemplo, Tony Hernández, ex diputado del Congreso y hermano de Juan Orlando Hernández, quien en marzo de 2021, fue declarado culpable por la Corte de Nueva York por delitos relacionados con narcotráfico, y condenado a cadena perpetua más treinta años de cárcel. como una estructura criminal, y tienen entre sus asesores al colombiano Luis
David Duque.

Foto: PBS NewsHour.

En Honduras, al igual que en Colombia, los dólares del narcotráfico han oxigenado el modelo neoliberal, y a su paso, han borrado los límites entre política y economía. Esa censurable amalgama, tiene hoy de rodillas a estos dos pueblos, con graves problemas como la concentración de tierras en narcotraficantes y transnacionales, la débil institucionalidad, la fuerza de los monocultivos, y la producción pensada hacia el exterior, principalmente.

¿Quién dijo que todo está perdido? Mucha gente viene a poner su corazón

Durante estos años de continuos ataques al Estado democrático y de derecho, y de innegable deterioro de las condiciones de vida de las grandes mayorías, también han emergido lo que Ismael Moreno llama: “las señales de contragolpe” (Moreno, 2019, 11): esto es, nuevos rostros, actores, dinamismo y luchas, que desafían el estado actual, planteando nuevos retos y caminos para la transformación democrática.

La juventud viene cargada de futuro

Los principales acontecimientos políticos desde el golpe de Estado, que han sido liderados por la ciudadanía, tales como: la resistencia al golpe de Estado en 2009, el movimiento de las antorchas en contra de la corrupción en 2015 y la lucha contra el fraude electoral en 2017, tienen en común, el protagonismo de la juventud como actor determinante.Esta es una generación de jóvenes que nacieron en la transición política de los años ochenta, con el retorno a la democracia formal, y tras una década oscura de represión bajo la Doctrina de Seguridad Nacional. Estos jóvenes que moldearon su conciencia política sobre todo a partir del golpe de Estado de 2009, cuando por primera vez, vivieron y entendieron, de muchas maneras, lo que era un estado de sitio o un toque de queda, experimentaron la violencia militar de la que les hablaron sus padres, y evidenciaron que la juventud es el sector de la población que más se asesina en el país. En estos años se ha visto emerger una generación inconforme con esa realidad; una juventud siempre en movimiento, reacia a ideologías estáticas y a esquemas rígidos, jóvenes que exigen espacios en la agenda pública, que cuestionan no solo el sistema dominante, sino también las estructuras verticales de los liderazgos tradicionales. Tal y como expresa una joven: “nos toca a nosotros, y no solo organizarnos, sino saber identificar y forjar el camino y el rumbo. Y esta es tarea de esta generación, de nosotros” (Paredes, 2020, 46).

Foto: rbreve tomada de Flickr

Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres

Este fue uno de los lemas que con más fuerza emergió y sostuvo la resistencia contra el golpe de Estado en 2009, y que expresa muy bien lo que las mujeres han tenido claro en estos años de luchas y rebeldías, lo mismo que la lideresa indígena Berta Cáceres, asesinada en 2016, expresó: “esta es una lucha contra el sistema colonialista, capitalista, racista y patriarcal”10Berta Cáceres repitió esta expresión en diversos discursos y espacios, y ha sido una de las frases inspiradoras para el movimiento social hondureño en los últimos tiempos. Merece la pena leer el testimonio y análisis de la colombiana Ochy Curiel para profundizar en la visión de la lideresa indígena: https://forum.lasaweb.org/files/vol50-issue4/Huellas-Inspiradoras.pdf. En esta década, las mujeres han aportado nuevas y creativas maneras de trabajo, han estado activas, aunque no siempre visibles, en la defensa de los territorios, y una nueva generación de jóvenes ha saltado a la palestra pública para hacerse a un lugar, no solo en los espacios feministas, sino también en organizaciones mixtas, de derechos humanos, sociales y gremiales, desde donde cuestionan el poder de los hombres en todas las esferas de la sociedad. Este no es un camino sencillo de recorrer, pero sí necesario, si se quiere construir una verdadera democracia.

Las comunidades en defensa de sus territorios

Frente a un modelo extractivo, depredador de los territorios, un nuevo sujeto social y político ha ido tomando fuerza. Se trata del movimiento comunitario, campesino e indígena, que a partir de una profunda relación con la tierra y con lo colectivo, en estos años ha ido fortaleciendo sus estrategias de lucha, y ha logrado tener victorias como la paralización de proyectos hidroeléctricos o mineros, la cancelación de préstamos internacionales para estos proyectos, o incluso triunfos judiciales que buscan contrarrestar la impunidad imperante. Estas suelen ser victorias colectivas, animadas por la semilla que plantaron los mártires, que lograron aglutinar la participación de diversos sectores con la lucha comunitaria, a partir de la cual buscaron coordinaciones y alianzas con otras organizaciones sociales y de derechos humanos a nivel nacional e internacional, apoyados por otras redes y medios de comunicación alternativos. Suelen ser victorias que logran tocar los conflictos de fondo y dejar fortalecida la conciencia y la organización social (González, 2021, 36).

Hacia el ABC de una nueva Honduras

Desde hace tiempo, diferentes sectores sociales hondureños vienen hablando de lo que en el ERIC y Radio Progreso llamamos: “los Acuerdos Básicos Compartidos” para Honduras. Se considera que un punto de partida imprescindible para poner en marcha un proceso de propuestas que rompan con la lógica política excluyente, es la aceptación consensuada de que el país está tan resquebrajado que, a corto plazo, no vamos a estar en situación de impulsar una propuesta buscando “máximos” (…). Los “máximos” que podemos alcanzar se encuentran en los “mínimos” que pueden sentar las bases para iniciar un auténtico proceso hacia la construcción de la democracia y el Estado de derecho. (Moreno, 2021). Estos acuerdos mínimos deberían lograr aglutinar a sectores de muy diferente origen y posicionamiento, pero con puntos clave en común, alrededor de acuerdos socioeconómicos y ambientales, como la tenencia de la tierra y políticas agrarias, salud o educación, acuerdos sociopolíticos en temas de derechos humanos, o acuerdos político-institucionales, que tienen que ver con el derecho a la organización y participación en la toma de decisiones. En estos años ha habido algunos avances y momentos de articulación entre sectores campesinos, feministas, indígenas, gremiales, de derechos humanos, estudiantiles e incluso empresariales, sobre todo, bajo la consigna de “Fuera JOH”. Pasar de la consigna a la propuesta será un camino desafiante, pero muchas personas están dispuestas a poner el corazón.

Foto portada: Vatican News.

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Yolanda González

Abogada, magister en acción solidaria y análisis económico del derecho. Coordinadora del programa de cultura política del ERIC-Radio Progreso después del golpe de Estado en Honduras. Ahora formo parte del equipo de dirección y del área de investigación y derechos humanos, especialmente en temas de derechos humanos, migración y territorios.

Correo: ygcerdeira@radioprogreso.net

Elvin Hernández

Sociólogo, investigador del ERIC-Radio Progreso. Parte del equipo coordinador del sondeo de opinión pública y de análisis de realidad. En los últimos años he trabajado temas relacionados con cultura política, movimientos sociales, bienes naturales y migración. La coordinación de la investigación “Ciclos migratorios de Honduras” ha sido mi último trabajo publicado.

Correo: e.hernandez@eric-sj.org

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