Internacional

Después de la invasión a Gaza: Israel y las perspectivas para la paz

EDICIÓN 109 SEP-DIC 2023

Por: Lorenzo Maggiorelli

La reciente invasión a Gaza, desencadenada por el ataque de Hamas el pasado 7 de octubre, ha suscitado un renovado debate en torno al conflicto israelí-palestino. Dicho conflicto, ya de por sí complejo, ha experimentado con la incursión militar, un quiebre significativo en la confianza y la opinión pública, afectando la percepción de seguridad y eficacia del gobierno Netanyahu. Este artículo profundiza en el análisis de los cambios paradigmáticos que han emergido en el discurso político y académico israelí, a raíz de estos eventos. La naturaleza y consecuencias de la invasión han desencadenado una reflexión crítica sobre el futuro de Israel en el contexto internacional y sobre su identidad nacional, con importantes implicaciones para las negociaciones de paz.

El fin del mito de la seguridad, y debilidad del gobierno Netanyahu

El ataque de Hamas del 7 de octubre marca un quiebre significativo para los israelíes. La profundidad de esta ruptura es considerable y tiene impacto sobre algunas narrativas israelíes, como el mito de la seguridad: el cambio más clamoroso en la población israelí es la pérdida de confianza en el Estado y en el Ejército. En esta ocasión, localidades enteras se encontraron completamente abandonadas y expuestas a un ataque sin precedentes, debido al completo fracaso del Ejército y de los servicios de inteligencia. Inclusive, surgieron informes de que el Ejército de Israel recibió órdenes de bombardear hogares israelíes e incluso sus propias bases, cuando fueron abrumados por combatientes de Hamas. Como nunca, los israelíes se sienten desamparados por el Estado y es evidente que, para la mayoría de la población, Netanyahu y el Likud han llegado al final, por lo que se vislumbra un cambio de gobierno en algún momento. Netanyahu ha sido objeto de críticas por parte de la población durante el último año, debido a los procesos legales a los que se enfrenta y por haber intentado eliminar la separación de poderes en Israel, al tratar de desactivar el poder judicial y presentar una reforma de la justicia que las oposiciones han definido, en esencia, como un intento de golpe de Estado. Entre tanto, el país está nuevamente en guerra y la situación actual en la Franja de Gaza, donde están ocurriendo eventos atroces, tiene efectos en el discurso político y académico israelí, respecto del sionismo y el futuro del Estado de Israel.

La unidad y la fragmentación de la sociedad israelí

La sociedad israelí parece cohesionada desde una perspectiva externa en este momento. La falta de restricciones en los ataques de Israel y la rápida movilización militar reflejan la narrativa del gobierno israelí, que habla de una guerra total, la cual ha transformado la sociedad israelí, de la más polarizada, a la más unida, entendiendo que Israel no tiene otra opción más que luchar, y donde la movilización y respuesta rápida ante la amenaza han sido necesarias e históricas, dado que es precisamente la sobrevivencia del Estado judío lo que está en juego.

Existe un consenso ante la necesidad de debilitar a Hamas. Sin embargo, a pesar del efecto de consolidación derivado de la guerra, expresado en la formación de un gobierno de unidad nacional que, si bien ha limitado las tensiones internas, no obvia el deterioro de la confianza en el gobierno, por parte de la sociedad. La falta de confianza en el liderazgo de Netanyahu es tan marcada que resulta difícil imaginar su supervivencia política en el mediano y largo plazo. La coalición es muy inestable y Netanyahu está bastante debilitado por las investigaciones de corrupción, pese a que siempre ha sido un político muy hábil en negociar y puede contar con el apoyo de la derecha, por lo que podría seguir algún tiempo adicional en el poder.

Foto: Naaman Omar / apaimages

La duración de la guerra también es un factor crucial. La invasión puede ser lenta y requerirá una gran preparación, con el objetivo de minimizar las bajas entre los soldados de Israel. Se estima al menos un año más de conflicto, según las declaraciones del Ejército. Si la guerra persiste, es probable que surjan grietas en la solidez del apoyo a la invasión. Además, el tema más delicado es el asunto de los rehenes, por quienes los familiares protestaron en Jerusalén, dada la aparente inacción del gobierno para su liberación, mientras siguen llegando cohetes desde Gaza y desde Líbano.

Otro asunto importante es la opinión pública global. A medida que la guerra en Gaza se prolonga, se evidencian cada vez más las consecuencias de los bombardeos y la intervención terrestre. La pérdida de vidas civiles, en especial de mujeres y niños, es alarmante. Aunque en Israel esta realidad se percibe de manera menos intensa, debido al rol de los medios de comunicación en enfocar el discurso en los temas de seguridad y de defensa nacional, en el resto del mundo se mostraron imágenes impactantes de niños desgarrados por las bombas. Cuanto más persiste la situación, más reparos se podrían generar en la solidaridad internacional con Israel. Aunque el Gobierno de Estados Unidos se opuso a un cese al fuego inmediato ante en el Consejo de Seguridad de la ONU, el apoyo público de la sociedad civil estadounidense disminuye, y eventualmente Washington podría abogar por un alto al fuego. Si se acuerda un alto el fuego antes de alcanzarse los objetivos de guerra establecidos por Israel, se argumentará que el gobierno Netanyahu ha vuelto a fallar.

Las preocupaciones internacionales: los derechos humanos y el riesgo de escalada

A pesar del apoyo político unificado a la invasión en Gaza, Israel ha sido duramente criticado interna e internacionalmente frente a sus acciones militares, en el contexto del derecho internacional humanitario y los principios éticos. Semanas atrás, surgieron preocupaciones sobre posibles acciones como la limpieza étnica contra los palestinos, evidenciada por un documento filtrado, que sugiere la reubicación masiva de los habitantes de Gaza en la península egipcia del Sinaí. Las declaraciones del presidente Isaac Herzog, insinuando que los habitantes de Gaza no son civiles inocentes, contradicen el derecho internacional, que prohíbe el castigo colectivo y el dirigirse a civiles, por considerar tales conductas crímenes de guerra. Esta postura desafiante de Herzog y otros líderes israelíes indica una disposición a desatender normas fundamentales de la ética militar y legal. Las declaraciones de líderes israelíes, incluida la del ministro de Defensa, quien describe la lucha como contra “animales humanos”, son preocupantes y reflejan el uso de un lenguaje deshumanizante que ha precedido censurables genocidios. Por otro lado, existe el temor a una escalada incontrolable, con Hezbollah atacando la frontera norte y colonos israelíes perpetrando violencia en Cisjordania, arrastrando potencialmente a Israel a una guerra más amplia. El llamado a un alto el fuego y la denuncia de estas acciones como genocidio por parte de voces judías internacionales, reflejan una resistencia interna significativa contra las políticas actuales del gobierno israelí. Este desacuerdo dentro de la comunidad judía también destaca la complejidad del debate sobre el sionismo y cómo la percepción de Israel en la escena internacional puede verse afectada por sus acciones en el conflicto actual.

Las soluciones al conflicto palestino-israelí tras la invasión a Gaza

Como respuesta a la complejidad de las relaciones entre judíos y árabes, a lo largo de las décadas surgieron dos propuestas para la solución del conflicto israelí-palestino. Se trata de la “solución de dos estados” y la “solución de un estado”. La solución de dos estados, respaldada por las Naciones Unidas desde el plan de partición de 1947, ha enfrentado obstáculos considerables en la práctica. Las disputas territoriales, la construcción de asentamientos, la cuestión de Jerusalén, el control del agua, los derechos de los refugiados palestinos y la seguridad, han complicado la implementación efectiva de esta propuesta. A pesar del intento significativo representado por los Acuerdos de Oslo en 1993, las tensiones continuas y las expansiones de asentamientos israelíes han obstaculizado el avance hacia una solución de dos estados, marcando un desafío persistente para la creación del Estado de Palestina.

A su turno, y debido al estancamiento en las negociaciones de paz, la idea de un solo estado ha surgido como alternativa, argumentando que la realidad sobre el terreno, con la presencia de asentamientos y una infraestructura compartida, implica la creación de un solo estado, donde judíos y palestinos compartan derechos y responsabilidades, en igualdad de condiciones. Los defensores del estado binacional argumentan que, si Israel no reconoce a los palestinos los mismos derechos, se configuraría oficialmente como un estado de apartheid, con el riesgo de convertirse en un paria a nivel mundial, similar a la situación histórica en Sudáfrica.

Sin embargo, la propuesta de “un solo estado” también ha sido objeto de críticas, ya que los opositores argumentan que esto podría poner en peligro la naturaleza judía del Estado de Israel y cuestionar la idea misma de autodeterminación judía. La guerra en Gaza, además, demuestra que las opciones para un estado binacional entre judíos y palestinos es practicamente imposible. Los dos grupos han crecido demasiado distantes, como para convivir pacíficamente en un solo estado. Ni israelíes ni palestinos aceptarían la convivencia y no estarían dispuestos a renunciar a sus identidades nacionales para crear un estado binacional.

Efectivamente, la situación derivada de la actual guerra en Gaza sugiere que ambos grupos deberían centrarse en encontrar la solución de dos estados que les permita vivir lado a lado y en paz. Lamentablemente, en Israel casi nadie habla de ocupación o solución política, y la paz parece ser percibida como una amenaza. Al contrario, hemos asistido al fortalecimiento de las fuerzas nacional-religiosas en la política israelí, representadas por figuras como Bezalel Smotrich y Ben Gvir. Este cambio en la política israelí dificulta la posibilidad de mejora en la situación palestina, ya que Israel no parece estar dispuesto a facilitar ninguna solución en el momento presente. De hecho, Netanyahu ha expresado su voluntad de mantener el conflicto y gestionarlo, en lugar de resolverlo. Según esta perspectiva, la situación actual sería “tolerable”, y el conflicto continuaría, entre rondas de ataques contra Gaza, violencia entre colonos y palestinos y nuevas Intifadas. Sin embargo, muchos en Israel, especialmente después de los eventos del 7 de octubre, consideran que el Estado, el Ejercito y la inteligencia militar han fracasado, creando una realidad cada vez más precaria para aquellos que desean vivir en el país.

Conclusiones

La actual situación entre Israel y Palestina, exacerbada por la reciente invasión a Gaza y sus consecuencias, refleja una realidad compleja que plantea interrogantes fundamentales sobre el futuro de la región. La intensificación del conflicto ha reavivado el debate sobre las posibles soluciones al conflicto israelí-palestino. La guerra en Gaza ha puesto de manifiesto la creciente distancia entre los grupos judíos y árabes, lo que dificulta la viabilidad de un estado binacional, así como el posible acuerdo negociado para la creación de un estado palestino. En medio de este escenario, el fortalecimiento de las fuerzas nacional-religiosas en la política israelí complica aún más la búsqueda de soluciones. Una parte significativa de la población israelí, especialmente después de los eventos del 7 de octubre, percibe un fracaso del Estado, generando mayor precariedad para sus habitantes.

En este momento, el único país que podría tener un papel político relevante para hallar una solución pacífica es Estados Unidos. Después de permitir que Israel tome medidas, se espera que Estados Unidos inste a un cese al fuego y a la participación en negociaciones. Sin embargo, la visita de Biden a Israel una semana después de los acontecimientos, no deja muchas esperanzas, pues resultó en un discurso altamente sionista que comparó Hamás al ISIS, lo que hace pensar que en este momento no hay una presión significativa por parte de Estados Unidos.

La intervención internacional puede crear un entorno propicio y fomentar el diálogo, reforzando el apoyo a una solución de dos Estados, basada en las fronteras anteriores a 1967, que reconozca el derecho tanto de israelíes como de palestinos a vivir en Estados seguros y viables. Este compromiso debe difundirse a través de canales diplomáticos y foros internacionales. Sin embargo, la verdadera reconciliación y resolución de conflictos debe ser liderada por los propios israelíes y palestinos. Esto supone concesiones mutuas y la disposición genuina de abordar las cuestiones fundamentales que han alimentado el conflicto a lo largo de los años.

Lorenzo Maggiorelli

PhD, Profesor de Relaciones Internacionales, Pontificia Universidad Javeriana. Email: lorenzo_maggiorelli1@javeriana.edu.co