104 / ENE-ABR 2022

“Estamos aquí por el incumplimiento y el abandono del Estado”: Leonival Campo Murillo, líder Embera del Parque Nacional

EDICIÓN 104 ENE-ABR 2022

Por Daniela Marín Bernal y Jorge Augusto Quintero, S.J.

La noche del miércoles 6 de abril, cuando los indígenas Embera en situación de desplazamiento y que desde hace siete meses habitan el Parque Nacional de Bogotá, el Escuadrón Móvil Antidisturbios atacó la comunidad indígena dejando un saldo de 24 heridos, entre ellos 5 menores de edad y 2 mujeres embarazadas. Leonival y otras autoridades habían estado bloqueando por momentos la carrera séptima para llamar la atención sobre sus demandas: garantías para los derechos a la salud y alimentación de los más de mil indígenas que habitan el parque, entre ellos las mujeres y niñas heridas tras ser atropelladas en la vía pública en el sector Florida, donde un sector de los desplazados se alojan y donde, en un accidente similar, resultó muerta una mujer a inicios de año.

En total, en el albergue de Florida han muerto 9 personas. En visita del Cinep / PPP el miércoles 6 y jueves 7 de abril, los indígenas alertaron que hay varios bebés y niños en unidades de cuidados intensivos de Bogotá, tras presentar complicaciones de salud derivadas de las condiciones de salubridad y falta de alimentación que sufren en la capital, ante la mirada indiferente de millones de habitantes y una administración que, según cuenta, les ha dado la espalda y los considera un estorbo sin ofrecerles garantías de derechos tras su desplazamiento masivo.

Leonival Campo Murillo es una persona de pocas palabras y sentencias tajantes. Sin embargo, en las diversas reuniones que él tiene en este asentamiento, habla en su propia lengua con autoridad y elocuencia. Allí, casi siempre está rodeado de varios hombres y mujeres Embera. El esfuerzo que hace al dar las cortas entrevistas que día a día le son solicitadas por periodistas y académicos, pasa por traducir al castellano las peticiones y las luchas de su pueblo. Con nosotros, no iba a ser la excepción. Leonival, a pesar de su juventud, carga ya con un historial de desplazamiento. En su resguardo ubicado en el Alto Andágueda, actores armados llegaron a sacarlos para quedarse con el oro. Desde ese entonces, han sido más de siete años de lucha por la restitución de sus derechos.

Foto: Alexa Rochi

Días antes de lograr esta entrevista, tuvimos un primer acercamiento a este “nuevo” poblado que se ha ido construyendo en el corazón de la ciudad. Ranchas improvisadas que se han levantado con palos traídos de la parte alta del parque; de más arriba de la carrera quinta. Incluso, estando un buen rato dentro del asentamiento, se pueden ver a varias mujeres Embera que bajan con palos y leña a sus espaldas. Otras, pasan cargando baldes de agua que recogen en la fuente cercana y en los baños de la cancha de futbol; muchas, llevan de sus manos a niñas y niños muy pequeños. Mientras tanto, los varones Embera, se dedican a la seguridad del lugar y a la planeación táctica de las próximas movidas en torno a sus reclamos. La distribución del trabajo, con sus particularidades centenarias y el papel de la mujer en los pueblos Embera y Chamí, se reproducen en el ámbito urbano.

Este parque, que ha sido testigo de multitudinarias marchas, conciertos y eventos culturales, y que en navidad congrega a miles de personas que acuden a caminatas nocturnas bajo las luminarias artificiales, se ha reconvertido en territorio Embera; y así se siente al pasar las vallas metálicas que ahora separan el parque de la avenida séptima. El primer impacto que se tiene es el cambio radical en el paisaje sonoro. Allí, en términos generales, no se habla castellano. Sí lo hacen, obviamente, funcionarios de las distintas entidades gubernamentales y locales, así como algunos de los otros pueblos indígenas que han ido llegando, por solidaridad, pero también buscando instaurar sus propias agendas. Sin embargo, la mayoría de los indígenas allí asentados, son Embera.

Un pequeño poblado Embera en medio de la vasta Bogotá, donde niñas y niños de todas las edades, juegan en medio de los árboles, en la cancha de fútbol, en la de hockey, en las ranchas y en los caminos, con una frescura e independencia, difícilmente vista en infantes de esta caótica ciudad. Algunos de los más pequeños, se deslizan con sus triciclos por la superficie lisa de la fuente que hay debajo del monumento a Rafael Uribe Uribe. La imagen del mártir político liberal que se confunde con el Cristo de la Pasión, pareciera estar de visita, porque contrasta con la nueva situación social del parque. A unos cuantos metros, sin que la presencia de tantos niños y niñas los perturbe, se encuentra Leonival, de frente a la carrera séptima, con sus ojos rasgados y su cabello cortado al estilo militar. Habla fuerte, da ordenes, y por momentos escucha a los más viejos.

Después de muchas horas de espera, un viernes lluvioso de comienzos de febrero de 2022, Leonival escuchó nuestra petición de entrevista. Y es que él nunca está en un solo lugar; es como si siempre caminara y nunca estuviera solo. En los tres días no consecutivos en los que estuvimos en el parque, siempre estuvo rodeado de mínimo cuatro o cinco personas. En ocasiones, de grupos grandes de la guardia indígena, a quienes daba instrucciones y destinaba a los distintos puntos de vigilancia.

Foto: Alexa Rochi

Leonival nos puso una cita para la siguiente semana. En el chat, siempre se mostró generoso y nos respondió diligentemente. Sin embargo, al regresar al parque, lo volvimos a encontrar en constante movimiento y participando en diferentes actividades. Parecía a ratos ignorar nuestra presencia, pero al abordarlo, se mostraba amable y nos reconocía de inmediato. La espera fue larga, casi cinco horas. Esto, debido a que aproximadamente cuarenta indígenas hombres estaban reunidos cerca del reloj del parque, con dos autoridades Embera que habían llegado ese día desde el Chocó. Era la típica reunión indígena en la cual, quien toma la palabra, demora lo que sea necesario, y en la que no se termina hasta tomar las decisiones pertinentes. La palabra circuló, entre cinco personas únicamente, de las cuales solo una era mujer, al parecer indígena de otro pueblo y quien habló en castellano. Por su parte, unas diez mujeres Embera, permanecían sentadas a un costado de la reunión. Escuchaban atentamente mientras cuidaban a varios niños pequeños, pero no tenían voz activa. Eso sí, al finalizar el encuentro, ellas se acercaron, preguntaron algunas cosas y pudieron expresarse brevemente.

Finalmente, y luego de tener la oportunidad de observar y en parte ser testigos de la cotidianidad de este “poblado” Embera, logramos convencer a Leonival para que nos diera la entrevista. Sin embargo, debido al carácter siempre colectivo de Leonival, tuvimos que pedirle que fuera a una panadería cercana al parque, para poder concentrarnos mejor. Él, con algo de humor aceptó, pero nos pidió que lleváramos a algunos de sus compañeros. Ellos estuvieron presentes, se tomaron un café y comieron “roscón”, pero no participaron en la entrevista, aunque se mantuvieron muy atentos. Allí, siendo casi las 6 de la tarde de un lunes frio y lluvioso, pudimos conversar con Leonival…

Jorge Augusto Quintero (J. A. Q.): Buenas tardes, Leonival, cuénteme, ¿usted a qué pueblo Embera pertenece?

Leonival Campo Murillo (L. C.): Pues somos pueblo Embera Katío.

J. A. Q.: ¿Usted de qué región del país es?

L. C.: Somos del Chocó.

J. A. Q.: Y en este momento, en la experiencia que se está teniendo aquí en el Parque Nacional, usted es el líder de los Embera, aunque hay más pueblos ¿no?

L. C.: Sí, pues dentro del Parque Nacional hay 15 pueblos, cada uno tiene su comunidad, su etnia y nosotros somos pueblo Katío.

J. A. Q.: ¿Cuántos Emberas hay en este momento en el parque y cuántos son niños?

L. C.: Más o menos 300 familias indígenas, de las cuales hay 700 niños.

J. A. Q.: Bueno Leonival, ya han pasado casi cinco meses desde que el pueblo Embera llegó al Parque Nacional, ustedes saben que este parque es como el corazón de la ciudad, es muy simbólico, ¿qué los trajo aquí? ¿Qué ha pasado desde que comenzaron a armar las ranchas, el campamento?

L. C.: Pues nosotros cuando nos vinimos en fechas del 29 de septiembre del año pasado, nos ubicamos en el Parque Nacional como a las 7 p.m., marchando desde el Portal Dorado; echando a los niños con sus útiles todos, las ollas, comida, colchonetas, comidita, nuestra comida típica; trayendo todo preparado para sostener, sobrevivir con nuestros niños y toda la comunidad en el Parque Nacional.

Foto: Alexa Rochi

J. A. Q.: Leonival, sabemos que el pueblo Embera ha sido uno de los pueblos originarios que históricamente han sido golpeados por la guerra, por el conflicto armado…

L. C.: Sí, pues anteriormente sí, pues como nosotros somos de la montaña, somos del resguardo, hemos sufrido por la violencia, por la guerra; nosotros como Emberas… usted sabe que en Chocó existe; en el Risaralda… porque acá hay también Emberas Katío de Risaralda, que también ahí somos vecinos, somos hermanos y por eso hoy están asentados como Katío en el Parque Nacional.

J. A. Q.: ¿Cuáles son las principales peticiones que ustedes le están haciendo al gobierno?

L. C.: Nuestra petición: Primero, lo que hicimos fue pedir una brigada de salud. Tener una instalación en el parque día y noche, para estar tranquilos. Segundo, una garantía de alimentación. Tercero, reasentamientos con garantía de dignidad para estar tranquilos en familia, para reubicación en Bogotá, mientras adelantamos el tema del retorno, que es lo que estamos exigiendo en el acuerdo.

J. A. Q.: ¿Esa es la exigencia final? ¿Un retorno con garantías?

L. C.: Con garantías y reubicación.

J. A. Q.: Teniendo en cuenta esto, ¿ustedes sienten que han sido escuchados por el Gobierno Nacional y local?

L. C.: No han escuchado todavía. Estamos insistiendo, pero no han escuchado todavía.

J. A. Q.: Leonival, hemos hablado con distintas personas que han seguido este caso. Algunas de estas personas manifiestan que este asentamiento hace parte de una estrategia previa a las elecciones. ¿Cree usted que se trata de eso?

L. C.: No, pues nosotros no, eso no.

J. A. Q.: O sea que no tiene nada que ver que se acerquen las elecciones. Sin embargo, ¿consideran que esta lucha es una reivindicación política?

L. C.: Pero sí, coincide; pero es que estamos muy poquitos porque no han llegado muchos a Bogotá.

J. A. Q.: Tenemos entendido que aparte de los Embera hay otras comunidades en el parque, ¿llegaron para solidarizarse o usted cómo ve la presencia, por ejemplo, del pueblo Wayuú y de tantos otros que están ahí?

L. C.: Pues la idea cuando nosotros desalojamos… Ellos también vienen acompañando como comunidad, como pueblo, como ellos son de otros indígenas, cada indígena tiene cada pueblo, cada dialecto, sus castellanos y todo, por eso hoy están asentados como 15 pueblos que han venido marchando desde el Portal Dorado, hasta el mes presente.

Foto: Alexa Rochi

J. A. Q.: Leonival, en medio de esta lucha colectiva que se está dando, ¿ustedes como interpretan desde la cosmovisión Embera todo esto que está sucediendo?

L. C.: Sí, pues nosotros como Embera siempre mantenemos día y noche nuestra espiritualidad, nuestra cosmovisión, nuestra ley de origen, porque nosotros somos Embera, pero también cada pueblo tiene su espiritualidad. Nosotros somo Embera Katío.

J. A. Q.: Por ejemplo, un poco de lo que conocemos de la cosmovisión Embera es la importancia del Jaibaná ¿Hay Jaibanás presentes en el Parque Nacional?

L. C.: Sí, eso siempre lo utiliza nuestro Jaibaná tradicional, eso siempre, nuestra vida se protege, nuestra comunidad y nuestros niños se protege, parte de salud, es de primera importancia para nosotros. Pues en el parque nacional hay varios Jaibanás, de parte de los Katío de Chocó y Katío de Risaralda, pero también de parte de los Embera Chamí; cada uno tiene su Jaibaná, y cuando le presentan cualquier novedad por salud, por malestar, así mismo ellos reciben su atención.

J. A. Q.: Disculpe Leonival, tal vez no le pregunté al comienzo… ¿usted cuantos años tiene?

L. C.: Yo tengo 32 años.

J. A. Q.: Tengo entendido que en el territorio Embera, históricamente ha habido la presencia de la Iglesia Católica, a través de misioneros y misioneras de distintas comunidades…

L. C.: Sí, pues nuestros abuelos nos dejaron para creer uno en lo católico, pero nosotros no rechazamos ni cristianos ni católicos, de los dos se cree mucho, pero nuestros ancestros siempre dicen cómo se hizo nuestra espiritualidad, la creencia siempre son Jaibaná, cada uno tiene su espiritualidad, sus creencias para defender a nuestras poblaciones.

J. A. Q.: Y en ese sentido, Leonival, aquí en este momento en el Parque Nacional, en Bogotá, ¿ustedes han tenido alguna presencia o acompañamiento de alguna instancia de la Iglesia Católica?

L. C.: ¡Jum!, Nada, no, todavía no.

J. A. Q.: Ya quedan pocos meses para que termine el período del gobierno Duque; en general, aparte de estos meses que ustedes han estado en el Parque Nacional y en el Parque la Florida, ¿ustedes cómo sienten que ha sido la relación de los Embera y de los pueblos indígenas con el gobierno Duque? ¿En estos 4 años cómo ha sido la relación?

L. C.: Para mí la relación ha sido lejana, es lejana, porque con ellos nunca se ha concertado. Nunca se han visto en la mesa dialogo, entre los Embera. Por eso para mí es muy lejano. Nunca se han visto y ellos no conocen.

Foto: Alexa Rochi

J. A. Q.: ¿Qué cree usted que pueda suceder en los próximos días, semanas o meses aquí en el Parque Nacional? ¿Ve una solución cercana?

L. C.: Pues para mí (…) porque hoy tuvimos un espacio autónomo entre las autoridades que vienen como legales del Resguardo y Nuestro Consejero Mayor de los pueblos Embera Katío, van a llegar de Risaralda, ya están del Chocó y del municipio. Ellos han dicho que puede haber más claridad con las entidades; con el Ministerio, cajas de vivienda, qué propuestas hay desde el distrito, desde la Alcaldía Mayor de Bogotá para hacer socializar el tema del retorno y de la reubicación; del reasentamiento. Necesitamos saber cuáles son las garantías. De pronto esta semana vamos a tener las reuniones para conocer las garantías para el retorno, que nos pidieron las autoridades del resguardo.

J. A. Q.: Con esto que me dice, usted en lo personal, ¿cree que el pueblo Embera podría llegar a estar en el Parque Nacional mucho más tiempo? ¿Cuánto?

L. C.: Para mí, yo creo que sí. Hasta un año incluso, no sé, porque no se ha concertado. No tenemos nada, ni siquiera mesa de diálogo. La semana pasada se habló con la secretaría de la mesa de diálogo y con el abogado, hablaron de ese tema; pero en realidad, no tenemos todavía las garantías de qué le van a brindar a las familias que están en el Parque Nacional y dónde van a reubicarnos. Nosotros queremos, pero no tenemos garantías.

J. A. Q.: Usted como líder de este asentamiento, ¿qué mensaje quisiera enviarle a la ciudadanía, al ciudadano “de a pie” que pasa por la séptima y mira con curiosidad todas estas carpas, y a las personas que están habitando este icónico parque, pero que tal vez no alcanzan a comprender qué está sucediendo?

L. C.: Pues la idea de la lucha que estamos llevando, envía un mensaje a todos los ciudadanos, para que crean que la Minga está ahí en el Parque, de forma permanente por las exigencias que tenemos; no es por nada… estamos por el incumplimiento, por el abandono del Estado, para que crea el ciudadano y también que venga a acompañarnos. Necesitamos donaciones, para que no nos dejen desnutrir a nuestros niños por las malas condiciones en las que nos encontramos.

Nuestra lucha es también por el desconocimiento del Estado, como el Estado nunca por su voluntad, nunca nos ha aportado a todas las poblaciones (pueblos) que están asentados en el Parque Nacional. Les envío este mensaje para que vengan a acompañar, como ciudadanos, como fundaciones o voluntarios; estudiantes de las universidades. Muchas gracias; a ellos les enviamos este mensaje.

J. A. Q.: Este número de la Revista Cien Días, se enfoca en una mirada evaluativa del gobierno Duque. Usted sabe Leonival que este año llegará un nuevo gobierno al poder. ¿Qué espera usted del próximo presidente de Colombia, en particular con relación al pueblo Embera?

L. C.: Sí, pues nosotros como autoridad, como líder del Parque Nacional, aunque allí somos varios pueblos, seguiremos esperando. La comunidad está esperando un gobierno que tenga voluntad; un gobierno que sienta (y escuche) nuestros derechos, y entienda lo que estamos exigiendo en el Parque Nacional. Como Iván Duque ya va a cumplir su período como gobernante y hoy estamos enviando este mensaje nosotros como líder del Parque Nacional; ojalá llegue otro gabinete de gobernantes para que ellos puedan realmente acompañar… Acompañar nuestros derechos; lo que estamos exigiendo como ciudadanos, nosotros como indígenas, como pueblo Embera Katío. ¡Que no nos desconozcan! Hay que conocer, hay que respetar nuestros derechos, lo que exigimos… Que llegue ese otro gobierno, que colabore por su voluntad y garantice lo que estamos exigiendo, como ser indígena, como ser ciudadanos, como ser colombianos.

J. A. Q.: ¿Qué ha pasado con los Embera que están en el Parque La Florida?

L. C.: Hay familias que se van a quedar en La Florida. Hoy vinieron familias de la Florida a concertar con nosotros. Nos dijeron que los engañaron. Se les engañó a esas familias pidiéndoles que hicieran retorno voluntario, pero las familias dicen que no hay garantías. Funcionarios les dicen a algunos que no aparecen en las bases de datos, como declarantes, por eso los dejaron tirados, sin ninguna garantía ni herramientas.

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“Estamos dispuestos a quedarnos en el Parque Nacional incluso un año más”

@cinep_ppp

Entrevista a Leonibal Campo, líder indígena embera en el Parque Nacional de Bogotá #Embera #ParqueNacional #Entrevista #Indígena

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Lo que queda de esta breve experiencia es el conocimiento de un joven Embera que se debate entre ser líder de un asentamiento, a todas luces difícil de comprender, y ser “autoridad” (con lo que esto implica para el pueblo Embera). Consideramos que es muy diciente, a pesar del asunto lingüístico, el hecho de que Leonival Campo siempre hable en plural, y casi nunca exprese sus posturas desde un plano individual. Un “nosotros” siempre anticipaba sus frases y sus narraciones.

Más allá de lo coyuntural, de las tensiones con la alcaldía por la manera en que se debiera “caracterizar” a quienes ahora habitan este parque, y de tantos otros asuntos complicados, vale la pena resaltar el énfasis que Leonival hace sobre el sentirse invisibilizados y abandonados. Se trata de un abandono que es más complejo de lo que se cree. No es un asunto de cinco meses o tres años. Tampoco se debe leer esta situación como si hubiera una instrumentalización de algún grupo político o búsquedas electorales. A nuestro juicio, es un error continuar valorando esta situación únicamente desde dicha mirada. Al igual que sucedió con los jóvenes de los puntos de resistencia durante el Paro Nacional, no bastan los análisis superficiales que evitan comprender la complejidad de las circunstancias. La presencia Embera en el corazón de Bogotá, va más allá del capricho de sus líderes, o de un momento coyuntural; responde a décadas de maltrato, irrespeto, exclusión e invisibilización de este pueblo, y en general de los pueblos indígenas.

Foto: Alexa Rochi

A propósito de lo anterior, vale la pena resaltar que el fenómeno reciente de las Primeras Líneas se presenta como la expresión urbana de una exclusión, que hace ya varias décadas comenzó en el mundo rural. A lo mejor, lo que está pasando en el Parque Nacional, constituye la expresión urbana de la exclusión que han sufrido los pueblos originarios en nuestro país. Si bien, muchos de los Embera que se asientan en el parque, han llegado recientemente a Bogotá, muchos otros ya estaban aquí, viviendo en inquilinatos y en “paga diarios”. Consideramos que las entidades estatales y las instituciones como la Iglesia Católica, que mal o bien han acompañado a estos pueblos, deben adaptarse a estas nuevas circunstancias, porque hasta ahora, como lo recordaba Leonival, han brillado por su ausencia.

Desgraciadamente, después de varios meses, la presencia de los Embera en este parque pareciera haberse convertido en parte “del paisaje”. Se ha normalizado. Lo coyuntural se ha hecho una metáfora de la exclusión. Al pasar por la carrera séptima, ya muy pocos se preguntan sobre lo que está pasando allí. El ser invisibles para un país, se materializa en un pequeño territorio, rodeado por universidades, empresas del Estado, y el tráfico automotor de la principal avenida de la ciudad. Ya nadie quiere mirar. Solo los cerros orientales, que emergen como parte del mismo parque, les proveen agua, madera y cobijo.

Con toda honestidad, y teniendo en cuenta las peticiones principales de las que nos habló Leonival, la Alcaldía de Bogotá no puede hacer mucho más allá de dar soluciones temporales. Así mismo, el Gobierno Nacional, no quiere involucrarse o sencillamente no se interesa. Habrá que esperar un nuevo gobierno que realmente tenga voluntad de hacer todo lo posible para que el pueblo Embera y los otros pueblos desplazados por la violencia, regresen al territorio que siempre les perteneció, pero que les ha sido arrebatado.

Foto portada: Alexa Rochi

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Jorge Augusto Quintero, S.J.

Jesuita. Hace parte de la Escuela de Paz y Convivencia Ciudadana del Cinep/PPP. Es antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Estudios Culturales de la misma institución. Acompaña el Semillero de Investigación de la Red Juvenil Ignaciana.

jquintero@cinep.org.co

Daniela Marín Bernal

Pertenece al Semillero de Investigación de la Red Juvenil Ignaciana. Es estudiante de enfermería de la Universidad Nacional de Colombia. Ha participado en procesos juveniles de resistencia y trabajo comunitario en la localidad quinta-Usme. Ha pertenecido también al Semillero de Cuidado en Situaciones Crónicas de Salud.

dmarinbe@unal.edu.co

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