105 / MAY- AGO 2022

Diálogo social luego del estallido del 28A en Cali

EDICIÓN 105 MAY-AGO 2022

Por Jenny Moreno Socha y Juana Peláez Ortíz

En el estallido social que se vivió el año pasado en el país, la ciudad de Cali fue el epicentro de la resistencia frente a la represión desmedida que ejerció el Estado en contra de los manifestantes, y en especial, de las primeras líneas. Se ha documentado, no solo sobre los episodios de violencia que vivió la ciudad, sino también acerca de las expresiones de resistencias emblemáticas, tales como el antimonumento “Puño de la resistencia”, ubicado en Puerto Rellena, sector rebautizado Puerto Resistencia.

Pero Cali, “capital de la resistencia”, tiene una historia más profunda que contar, y es la de los escenarios de diálogo social que se gestaron a raíz del estallido social, y en los cuales, hoy en día, se están proponiendo agendas de paz, reconciliación y transformación para la ciudad. El presente artículo pretende hacer un recuento de estas experiencias, así como un balance y proyección de las mismas.

Diálogo entre los puntos de resistencia, de cara a la creación de la Unión de Resistencias Cali

En Cali se empezaron a consolidar los puntos de resistencia, al menos 27 de ellos en toda la ciudad, luego del 28 de abril del 2021, bloqueando las salidas de la ciudad. Al analizar la distribución espacial de los puntos de resistencia se observa que las zonas bloqueadas se encuentran al oriente y en las laderas de la ciudad, que son precisamente aquellas zonas en donde la población se encuentra sumida en la pobreza y sin oportunidades laborales y educativas para los jóvenes; se trata de territorios que históricamente han sido excluidos, marginalizados, racializados y han recibido a las víctimas de desplazamiento forzado, provenientes del pacífico colombiano, personas que vienen a sumar a los cordones de miseria, propios de las ciudades.

La formación e integración espontánea de los puntos de resistencia en Cali hizo que estos tuvieran unas características sociodemográficas diversas, y por ende, unos repertorios variados en la protesta social, teniendo en común, la indignación y la lucha por reivindicaciones que permitieran una vida digna para todos. Tan amplia diversidad representó el principal reto para lograr un diálogo equitativo en los puntos de resistencia, que permitiera consolidar una única agenda o un pliego de exigencias en pro de las reivindicaciones necesarias.

En el ambiente se vivía una profunda desconfianza, tanto en las instituciones gubernamentales, como en los representantes de sectores gremiales y grupos tradicionalmente ligados al comité nacional del paro, siendo la única autoridad respetada de forma general, la Minga Indígena.

Fue así como durante las dos primeras semanas del estallido social, la Minga social e indígena del suroccidente, convocó en varias ocasiones a realizar asambleas generales de toda la ciudad en la Universidad del Valle, lugar donde se fueron identificando personas que decían hacer parte de los puntos de resistencia. No obstante, el 9 de mayo, mientras se realizaba la asamblea de mayor envergadura, civiles armados emboscaron en el sector de la Iglesia La María, sur de Cali, a la caravana de miembros de la Minga Indígena que trataban de entrar a la ciudad, lo que prácticamente disolvió la asamblea. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en dicho momento reportó nueve (9) personas heridas a raíz de las agresiones con armas de fuego y cortopunzantes, además de las producidas con objetos contundentes.

Foto: Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali

Producto de estos ataques y de replantear las formas de apoyo al paro, la Minga decide retornar a sus territorios y continuar con el paro desde la vía panamericana en el Cauca, situación que dejaba a los puntos de resistencia sin la única figura de respeto y garantista del ejercicio de la protesta social.

Así las cosas, las personas integrantes de los puntos de resistencia se encontraron en un escenario en el cual era imprescindible la unidad para buscar conjuntamente, una organización autónoma por medio de la cual garantizar el derecho a la vida, a la protesta social y a poder tramitar las exigencias que motivaron la movilización. De esta manera se inicia el primer escenario de diálogo entre homólogos (voceros) que, con la mediación de algunos mayores de la Minga, dieron origen a la Unión de Resistencias Cali – URC, teniendo como primer objetivo, lograr entablar un diálogo con los gobiernos local, departamental y nacional para la búsqueda de garantías a la protesta social y a la vida.

Este escenario se abrió con una primera reunión en el coliseo María Isabel Urrutia del barrio Mariano Ramos, encuentro que tuvo muchas dificultades, pues algunos voceros no habían sido designados asambleariamente desde los puntos de resistencia, por lo cual este evento no fue exitoso. Tras este tropiezo, personas delegadas de la Minga comenzaron una convocatoria para visitar los puntos de resistencia, con el objetivo de iniciar un proceso que permitiera la articulación y coordinación de los puntos resistencia, bajo el pilar minguero: “la unión hace la fuerza”.

Se realizó un segundo encuentro con el acompañamiento de la Minga y de la Arquidiócesis de Cali, facilitando un lugar para las reuniones de los voceros, delegados de manera asamblearia desde los puntos de resistencia de la ciudad. Estas vocerías legítimas inician un proceso complejo de construcción de confianzas y de articulación de exigencias. De estas reuniones se complementa el nombre al proceso, como Unión de Resistencias Cali, primera línea somos todos y todas (URC), y se abren espacios de diálogo y concertación con diferentes actores.

La mesa de diálogo entre la Alcaldía de Cali y la URC

Luego de varias reuniones entre la Alcaldía de Cali y la URC, el 31 de mayo se firma el decreto 304 por medio del cual se reconoce a la URC como “movimiento autónomo de articulación de los puntos de resistencia para la interlocución en el diálogo social con la institucionalidad y la sociedad”, buscando por medio de esta mesa, una salida dialogada al conflicto que vivía la ciudad.

Entre las banderas que llevaba la URC se encontraba la garantía a la protesta social y a la vida, por lo cual, luego de firmado el decreto, se instauró una agenda de trabajo para desarrollar un plan de choque que contemplaba el tema alimentario y de empleo, así como una ruta de derechos humanos para los jóvenes de primera línea que estaban siendo amenazados, judicializados y perseguidos. Las comisiones creadas iniciaron su trabajo y se empezaron a entregar los auxilios acordados: mantener las ollas comunitarias gestadas en cada uno de los puntos de resistencia por 6 meses, entrega de mercados, contratación de jóvenes primera línea y miembros de los puntos de resistencia con la alcaldía y la consolidación de la ruta de derechos humanos.

Foto: Ían Schnaida

Luego de un poco más de un año, el balance del cumplimiento del decreto es el siguiente: la ruta de derechos humanos no pudo ser efectuada debido a una ruptura interna de la URC, se sostuvieron durante los 6 meses las ollas comunitarias, algunos puntos de resistencia consiguieron comedores comunitarios, y se entregaron 500 mercados. Frente al tema de empleabilidad, esta se realizó en dos etapas, la última de ellas con 520 empleos; sin embargo, según un integrante de la URC, alrededor de 100 de estos cupos fueron destinados para trabajar en las huertas urbanas, lo cual no cuenta como un plan de empleabilidad, sino como un plan subsidiado.

Respecto de la agenda de garantías a la protesta social y a la vida, la URC no retomó esta bandera de lucha luego de que iniciara la implementación del plan de choque, enfocándose la mesa de diálogo en resolver temas de empleabilidad, dejando de lado el fortalecimiento organizativo de un espacio de convergencia de los puntos de resistencia y el desarrollo de una agenda de diálogo entre sociedad civil e institucionalidad, que podría haber discutido temas estructurales de las problemáticas que aquejan a la ciudad y que fueron el detonante para que las personas salieran a las calles.

Otras experiencias de diálogo social

A la par que se gestaban diálogos entre la institucionalidad y las expresiones de resistencia que surgieron en el marco del estallido social del 28A en la ciudad de Cali, a lo largo y ancho de la ciudad, surgieron otras experiencias de diálogo social entre diversidad de personas que estaban inmersas en las dinámicas del paro nacional, bien sea como manifestantes o como vecinos de los barrios y comunas donde se generaron los puntos de resistencia. Este es el caso de Iniciativas de paz del Oeste y Mediación por Cali.

Iniciativas de paz del Oeste

Nace el 9 de mayo del 2021 en el sector oeste de la ciudad de Cali donde, en medio del estallido social, se generaron graves confrontaciones entre los habitantes de este sector y los puntos de resistencia que se consolidaron allí. Frente a esta situación, algunos vecinos se empezaron a cuestionar sobre su rol en la búsqueda de salidas pacíficas ante el conflicto que vivían, por lo que deciden ir a los puntos de resistencia del ancla y la portada, para intentar crear canales de diálogo con los manifestantes y buscar la reconciliación con la comunidad. Luego de varios intentos se lograron crear espacios de encuentro y escucha creando así Iniciativas de paz del Oeste.

En el marco de los encuentros que se establecieron, uno de los jóvenes de primera línea comentó: “estamos cansados de sobrevivir. Quisiéramos un día dejar de sobrevivir para empezar a vivir”, esta frase impactó de tal manera, que conllevó a dar rumbo al trabajo que siguió Iniciativas de Paz del Oeste, proyectándose de la siguiente manera:

Co-crear en vecindad, nuevas oportunidades para el desarrollo de los proyectos de vida de nuestros vecinos de las laderas, veredas y corregimientos del Oeste; a través del emprendimiento, la educación, el empleo, el arte y la cultura; con el fin de lograr reconciliación y mayor equidad en nuestra comunidad.”

Dentro de los logros alcanzados, se resaltan especialmente el apadrinamiento de 20 jóvenes, quienes reciben acompañamiento para materializar sus proyectos de vida y el impulso de más de 70 emprendimientos que han recibido formación y capital semilla, junto con proyectos de turismo y bibliotecas comunitarias.

Comité Mediación por Cali

Nació el 31 de mayo del 2021, a raíz de la preocupación que tenían los principales empresarios y líderes gremiales de la ciudad Cali por los bloqueos. Se realizó una reunión virtual entre empresarios y líderes, junto con el Arzobispo de Cali, mediada por Oscar Gamboa, en aquel momento Director de la Asociación de Municipios Afro de Colombia, con el objetivo de buscar soluciones al conflicto que atravesaba la ciudad, presentando por ejemplo, la primera versión del proyecto Compromiso Valle, el cual benefició a cientos de jóvenes primera línea y de bajos recursos en la ciudad de Cali y del departamento del Valle del Cauca.

Desde su creación, el comité ha seguido manteniendo reuniones virtuales una vez por semana, donde se comparten reflexiones, análisis y se construyen ideas/propuestas. En estas reuniones se ha contado con diversidad de participantes: se ha invitado a jóvenes primera línea, participantes del paro, a la Alcaldía de Cali y a empresarios. La dinámica del comité está enfocada en motivar conversaciones difíciles, sin perder de vista que el énfasis siempre ha sido el de promover la aceptación entre quienes piensan diferente, aprender a escuchar y comprender las realidades que el paro dejó entrever.

Foto: Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali

El año pasado se realizaron dos grandes actividades: 1) Foro Cali 200 días después del 28A, un foro donde se invitó a la ciudadanía a reflexionar sobre las lecciones que dejó el paro. Dentro de los panelistas estaban académicos, el alcalde, el arzobispo, jóvenes de la URC y otros liderazgos cívicos y empresariales. 2) Acto simbólico entre los consejeros de la Minga y un grupo de líderes de los frentes de seguridad de la comuna 22, en el Parque de la Banderas, durante el cual, se produjo la llegada de la Minga a Cali el 10 de diciembre, día de los DD.HH.

En el 2022 se ha continuado con la promoción de una Cultura del Diálogo, por medio de capacitaciones especializadas en el tema y el apoyo a ejercicios de diálogo en la ciudad, que se han articulado con otras organizaciones y colectivos que también surgieron a raíz del estallido.

Juntanza Popular por la Transformación Social – primer escenario de acercamiento: intercambio de experiencias en el marco del paro del 28A de 2021

La Juntanza Popular por la Transformación social surge en enero del 2022 de la unión de personas diversas que, con luchas previas o de manera espontánea, convergen en el estallido social del 28A, para luego ser integrado también por quienes buscan la transformación social, queriendo aportar a la construcción de otros mundos posibles y al buen vivir en comunidad.

En el marco de la conmemoración del año del estallido social, la Juntanza Popular por la transformación social propició un primer escenario de acercamiento entre diversos actores de la sociedad caleña, que estuvieron inmersos en las dinámicas del paro.

Desde la Juntanza Popular y de la mano del Cinep/PPP, se pensó una metodología que permitiera la confluencia de diversidad de actores en espacios variados, que lograrán construir las confianzas mínimas para compartir sentires, propuestas y mantener el diálogo en paz y tranquilidad. La participación y convocatoria de este primer escenario de acercamiento fue apoyada por Mediación por Cali, quienes invitaron a su vez a Iniciativas de paz del Oeste, logrando de esta manera contar con esa diversidad de actores que se imaginaba la Juntanza popular de este espacio, logrado el 27 de abril de 2022.

El ejercicio de integración de tejer a Cali, donde alrededor del mapa de la ciudad los participantes se presentaron y compartieron cómo se sueñan a Cali, el foro de intercambio de experiencias donde se escucharon las diversas vivencias y sentires, y un espacio más íntimo donde se compartió el análisis de las problemáticas de la ciudad, permitió mostrar las voluntades que tienen las personas que están en las dos orillas de Cali, la de los nadies y la de los privilegiados, de iniciar un proceso de comprensión, de dejar a un lado, aunque sea por un momento, el prejuicio hacia al otro y escucharlo, de poder tramitar los dolores que nos dejó la violencia del paro y empezar a sanar.

Foto: Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali

La sola voluntad de realizar, gestionar y provocar el diálogo, demuestra la voluntad de paz, de avanzar con todos, de abrir el corazón al otro, pues, aunque consideramos legítimas nuestras posiciones y acciones, comprendemos que el camino más cercano a una Cali en paz es con todos, inclusive con aquellos que nos atacaron. Es darnos la oportunidad de expresar que hicimos parte de lo inevitable, el estallido, pero no como acción premeditada, sino como acción espontánea que provoca la corrupción, la indiferencia, el hambre, la muerte, la violencia de nuestro país y de nuestra ciudad; demuestra la voluntad que tenemos de sanar para avanzar (Comenta Andrea, integrante de la Juntanza Popular).

En términos generales, este primer escenario de acercamiento fue una oportunidad para romper prejuicios y reducir la estigmatización de un lado y del otro, de evidenciar que el estallido movió y sensibilizó a personas de los estratos altos de Cali, y desde ese entonces promueven “acciones de paz”, con la esperanza de que, poco a poco, se cierren esas brechas de desigualdad en la ciudad.

Fue un escenario donde se reconoció la importancia de la otra persona para construir ciudad, que de estos espacios de diálogo pueden salir acciones y propuestas concretas que se construyan conjuntamente y aporten a que los jóvenes menos favorecidos de Cali, y del país en general, no tengan que salir a las calles, arriesgando sus vidas para exigir el cumplimiento de sus derechos.

Ante el avance positivo que realizó la Juntanza Popular, Mediación por Cali e Iniciativas de Paz del Oeste, se decide seguir trabajando mancomunadamente, de la mano del Cinep/PPP, para promover más espacios de diálogo social en la ciudad, con el fin de seguir transformando realidades complejas desde acciones conjuntas de la sociedad civil, comprendiendo que es importante construir una nueva cultura ciudadana que incluya a quien piensa diferente y una nueva forma de afrontar las diferencias.

Balance de los escenarios de diálogo social

Luego del recuento sobre los espacios de diálogo, generados a raíz del estallido social, se puede concluir que: 1) los escenarios de diálogo social con la institucionalidad terminaron dando respuestas asistencialistas, dejando de lado la búsqueda de solventar los problemas estructurales expresados en los diversos pliegos de exigencias de los puntos de resistencia. A su vez, al no tener un diálogo directo con el gobierno nacional, la mayoría de esfuerzos que se dieron por desescalar el conflicto quedaron truncados, pues quienes daban la orden no estaban sentados dialogando con la URC, dejando a la deriva a las primeras líneas, sin que cesara la represión, y por la imposibilidad de llevar adelante la ruta de derechos humanos establecida en el decreto 304. 2) Si bien la mesa de diálogo que se estableció entre la alcaldía y la URC buscó ser el escenario central para desescalar el conflicto y buscar una salida dialogada, otros actores fuera de este espacio consolidaron sus propias experiencias de diálogo social entre los puntos de resistencia y la comunidad-barrio que les rodeaba. Con ello se evidenció que la salida dialogada puede ser alcanzada también por espacios autónomos y autoorganizados de la sociedad civil, generando muy buenos resultados, sin esperar una respuesta por parte de la institucionalidad. 3) Estos escenarios de diálogo convocados por la sociedad civil, también permitieron generar y fortalecer propuestas organizativas y acciones colectivas en zonas específicas de la ciudad desde el mismo quehacer de estos espacios, organizaciones y colectivos que nacieron en el marco del estallido social.

Los diálogos sociales que se instauraron entre la sociedad civil caleña apuntan entonces a una construcción de agendas de paz, reconciliación y de acciones que ayuden a reducir las brechas de desigualdad, marginalización, exclusión y racismo en las que vive la ciudad de Cali, y que fueron uno de los mayores detonantes para que los jóvenes salieran a las calles. Esto demostró así la necesidad de fortalecer estas iniciativas que surgen desde las comunidades, que aportan a superar las problemáticas estructurales que aquejan a la ciudad y que se repiten por todas las grandes urbes de nuestro país. Aún más, en un escenario como el actual, donde la coyuntura política nos exige consolidar una agenda de diálogo entre diversos actores, que nos permita transitar por fin hacia esa paz tan anhelada y que el conflicto armado no siga bañando nuestros campos y ciudades, con sangre y lágrimas de vidas inocentes.

Foto portada: Ían Schnaida

Revista-Cien-Dias-105

Juana Peláez Ortíz

Economista con Maestría en Derechos Humanos y Cultura de Paz Activista ciudadana, comunitaria y popular, miembro de la Juntanza Popular por la transformación social y cofundadora de politfónica.

Jenny Moreno Socha

Politóloga y magister en estudios políticos de la universidad nacional de Colombia. Especialista en políticas públicas para la igualdad en América Latina de CLACSO. Miembro de la Juntanza Popular por la transformación social.

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