105 / MAY- AGO 2022

Gustavo Petro: Entre el Liderazgo Personal y el Proyecto Político

EDICIÓN 105 MAY-AGO 2022

Por: Sebastián Líppez-De Castro

El nuevo presidente de Colombia para el período 2022-2026, Gustavo Petro, fue elegido en buena medida por su imponente liderazgo. Su figura de animal político es ciertamente sobresaliente, por lo que logró consolidar bajo su nombre, el primer gobierno de izquierda del país. Al mismo tiempo, esa elección fue antecedida y se complementa con la de un alto número de congresistas del Pacto Histórico en el Congreso. En ambas elecciones fueron determinantes, tanto la figura que es Gustavo Petro, como el respaldo de numerosas organizaciones sociales, partidos y colectividades, que han venido construyendo un proyecto político alrededor de cambios de fondo en múltiples sectores y territorios. La capacidad del presidente para conciliar la preponderancia de su propio liderazgo con la dinámica organizativa del proyecto político del Pacto Histórico, puede ser un factor clave para garantizar su gobernabilidad.

Gustavo Petro, el animal político

La referencia a Gustavo Petro como “animal político” no es aristotélica, sino más bien futbolística. Aristóteles usó la expresión de zoon politokón o animal político, para indicar que tenemos la capacidad de vivir en comunidad, lo que significa también la capacidad de organizar esa convivencia y de tomar decisiones sobre los asuntos públicos, y que por tanto, no ocuparse o no participar en esos asuntos, haría a los individuos comportarse como bestias. Pero aquí la referencia a Petro como animal político, e incluso como bestia, se hace en buen sentido, de la manera como se usa en el fútbol para hablar de aquellas o aquellos superdotados, quienes sobresalen del resto por sus habilidades, por su capacidad física, por su comprensión del juego; y eso es Petro, un animal, una bestia de la política. De ese tipo hay apenas unos tres o tal vez cuatro personajes en el país.

Como tal, Gustavo Petro no solo ha demostrado comprender los principales problemas de Colombia y ha sabido posicionar una manera de abordar esos asuntos, sino que además se ha distinguido por entender los alcances y las limitaciones en los procesos políticos e institucionales. Precisamente por ello, está en permanente búsqueda de generar hechos políticos que contribuyan a un clima favorable o a unas condiciones de posibilidad que faciliten el desarrollo de sus iniciativas o intereses. Nada sucede al azar ni está desconectado de movimientos posteriores. Siempre está en campaña y buscando generar ese ambiente. Esa tenacidad, sumada a su compromiso por cambios de fondo, le permitieron tener el papel definitivo que jugó con sus denuncias en procesos como el de la parapolítica o el del cartel de la contratación en Bogotá.

Foto: Prensa Presidencia

Esos hechos políticos, por supuesto, buscan ser disruptivos, retadores y generar un impacto en la opinión pública, y en ocasiones se ubican en una delgada línea entre la acción institucional y el desafío a esa misma institucionalidad. Gustavo Petro no tiene temor a los riesgos, y se mueve sagazmente en pos de los fines pretendidos, anteponiéndolos frente a los procesos y formas, incluso si ello supone consecuencias para quienes lo acompañan y su entorno.

Esa tenacidad le ha valido el apoyo y la admiración de muchos, lo hacen una figura atrayente. Pero también se le reconoce como una persona introvertida, poco afable, algo huraño si se quiere, “descaradamente impuntual”, y convencido de su papel transformador en la historia política del país (ver el perfil elaborado por La Silla Vacía en el Libro “Los Presidenciables”). Todo ello hace centrar el liderazgo en sí mismo, inspira a quienes a lo rodean, pero al mismo tiempo tiende a concentrar el poder.

De allí que en sus declaraciones y actuaciones a lo largo de los años sea notoria su incomodidad con las estructuras y las formas partidistas. Esta tensión no se da con los partidos políticos entendidos de forma minimalista, la de Sartori, que los define como grupos que, bajo una etiqueta, buscan que sus candidatos sean escogidos para cargos de elección popular, sino que se trata de una mirada más amplia que reconoce las dinámicas que estos grupos tienen en sus procesos organizativos y que suponen también los liderazgos diversos que los componen, por lo que les son propias las negociaciones y acuerdos entre subgrupos, facciones y tendencias.

La dinámica organizativa del Pacto Histórico

Por su parte, el Pacto Histórico representa una colectividad algo inusual en el Congreso y en la política colombiana, dada la alta presencia de congresistas elegidos para los sectores alternativos, que es histórica. Para el Senado, el Pacto Histórico obtuvo la más alta votación, con un total de 2.880.254 votos, lo que le permitió contar con 20 de 100 senadores elegidos en la circunscripción nacional ordinaria. Así, mientras que en períodos anteriores estos sectores, bajo otras etiquetas, no lograban llegar siquiera a la mitad de estas curules, para el periodo 2022-2026 el Pacto Histórico aventaja a los partidos con mayor presencia en las últimas legislaturas por al menos 5 y hasta 10 escaños.

Más allá de esto, el arribo del Pacto Histórico al Congreso de la República es también algo inusual por no tratarse inicialmente de un partido político. Aunque para Congreso presentó una lista única bajo la misma denominación, se trata más bien de un movimiento que aglutina varios partidos y agrupaciones sociales y políticas. De hecho, el Pacto se presentó como la sombrilla que cubría la consulta interpartidista para elegir candidato presidencial realizada en marzo de 2022, que fue la misma jornada en la que se eligió Congreso. Por supuesto se trataba de una consulta realizada más con el propósito de generar un hecho político que impulsara la candidatura de Gustavo Petro, que para elegir a cualquiera de los precandidatos que allí participaban, aunque significó también la fulgurante confirmación de Francia Márquez como una gran figura de la política nacional y le valió su designación como fórmula a la vicepresidencia. Así, en la consulta del Pacto, los precandidatos se presentaron en nombre del Movimiento Político Colombia Humana – Unión Patriótica, el Partido Polo Democrático Alternativo, la coalición Partido Unión Patriótica (UP) y Alianza Democrática Amplia (ADA) y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS). Por ello, en estricto sentido y legalmente, el Pacto se entiende como una coalición interpartidista.

Foto: Prensa Presidencia

Si bien el Pacto Histórico “Colombia Puede”, no es la única coalición interpartidista en este Congreso, también están la Coalición Alianza Verde y Centro Esperanza, y la Coalición Mira – Colombia Justa Libres, entre otras. Sin embargo, excepto por el antecedente de la coalición Lista de la Decencia en el período 2018-2022, no hay muchos más ejemplos de estas coaliciones en el Senado de la República. Por supuesto, otros esfuerzos han buscado reunir grupos significativos de ciudadanos y otros partidos y movimientos de diferente naturaleza, como ya lo había intentado el Polo Democrático Alternativo en su momento con varios sectores de la izquierda colombiana, pero este se constituyó desde el principio como un partido político. La figura entonces de la coalición, aunque excesivamente utilizada en la elección de autoridades locales como alcaldes y gobernadores, esto es novedoso en el Congreso. Algunos partidos encontraron en esta una opción para enfrentarse al rigor del umbral electoral, tratar de posicionar a sus precandidatos presidenciales en un conjunto más amplio de organizaciones que pudiera fortalecer sus aspiraciones, y lograr que se elijan algunos de sus candidatos en circunscripciones específicas. Sin embargo, la figura también genera confusión en los electores, abre puertas para la doble militancia y plantea preguntas sobre la disciplina y la coordinación de sus bancadas, por lo que algunos reclaman la necesidad de regularlas.

Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que en torno a la coalición del Pacto Histórico se ha conformado también otra más amplia de gobierno. A esta se han sumado partidos como el Liberal, el partido de la U, e incluso el partido Conservador, que han sido parte de coaliciones de gobierno en períodos recientes. A ellas se suma también la coalición Alianza Verde – Centro Esperanza. De ahí que, en la necesidad de apoyar la agenda del gobierno en el Congreso, así como de relacionarse con esas otras agrupaciones de la coalición amplia, el Pacto deberá empezar a comportarse como una bancada en sí misma. Ello supone entre otras cosas la disciplina de sus miembros, así como el acuerdo de estructuración de las políticas y programas que serán propuestos al país. Con todo, tanto esta dinámica, como el hecho de que el Pacto usó esa misma etiqueta para presentar candidatos en ambas cámaras, y no la de los movimiento y partidos que conformaron la consulta interpartidista, deberá comportarse cada vez menos como una coalición y más como un partido.

Este fenómeno no es exclusivo del Pacto y podría trascender a otras coaliciones. Por ello, el período que inicia puede significar un proceso de transición o transformación del sistema de partidos. Las iniciativas de regulación de las coaliciones y otros aspectos de las anunciadas reformas política y electoral, incidirán en el rumbo de esa transición. Igualmente lo harán los procesos organizativos. En cualquier caso, la necesidad de actuar como bancada, puede llevar al Pacto a comportarse, finalmente, como un partido con las dinámicas propias de las organizaciones partidistas, como la celebración de convenciones, la definición de reglas de juego para la escogencia de cargos directivos, de candidatos, de discusiones y para la toma de decisiones en general.

Foto: Prensa Presidencia

Mantener la gobernabilidad

La dinámica organizativa del Pacto Histórico, específicamente la estructuración de un proyecto político al que aportan las organizaciones y colectivos que lo componen, llevarán al Pacto a actuar como bancada y, consecuentemente, cada vez más como un partido. En este proceso surgen naturalmente liderazgos alternativos, agendas en disputa, negociaciones, y por supuesto, las reglas de juego para tomar decisiones.

El presidente, a veces incómodo frente a esas estructuras partidistas, requiere una bancada disciplinada y una coalición resistente, por lo que deberá demostrar que no solo es el líder arrollador que concentra en sí mismo el proceso y que se ubica en el centro de la transformación, sino que es capaz de mediar y facilitar procesos, que puede convivir con otros liderazgos y potenciarlos, y que reconoce que el resultado del proceso depende más del colectivo que de él mismo. La capacidad entonces del presidente para mantener un balance entre la imponencia de su figura y de su liderazgo, potenciada en la dignidad del cargo, con la dinámica del proceso organizativo del Pacto Histórico, puede ser clave para mantener la gobernabilidad.

Foto portada: Presidencia de la República de Colombia

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Sebastián Líppez-De Castro

Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Pontifica Universidad Javeriana.

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