Cien Días vistos por Cinep/PPP
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El caso del ELN
EDICIÓN 107 ENE-ABR 2023Por: Paloma Bayona
La negociación con el ELN, de manera general, pinta bien. Sin embargo, cuando se empieza a mirar con cuidado, surgen algunas preguntas, que, por ahora, se mantienen como preguntas, pero de no responderse pronto podrían volverse banderas rojas de la viabilidad del proceso de la paz total en general. En este artículo se presenta un breve análisis de la importancia de dicha paz total, junto con la responsabilidad que implica su correcta ejecución, haciendo especial énfasis en la negociación con el ELN.
En el panorama amplio de la negociación hace sentido lo que ha sucedido y cómo se ha abordado el proceso de negociación: comienza, el primer ciclo de diálogos, en Caracas, evento principalmente protocolario que sirvió para afirmar voluntades para la paz, presentar delegaciones y comenzar a tantear el terreno. Para el segundo ciclo, se pacta una agenda de negociación -que no es tarea fácil-. Como era de esperarse, esta agenda nace de la propuesta dialogada durante el gobierno Santos, y aunque parece suficientemente inclusiva con respecto a los temas que abarca, sin duda deja una expectativa amplia para lo que se espera del tercer ciclo.
De manera general, la agenda planteada en el Acuerdo de México incluye seis puntos que serán trabajados uno por uno en el siguiente orden: 1) la participación de la sociedad en la construcción de la paz; este punto afirma la intención de incluir a la sociedad civil en el proceso, el objetivo es garantizar la metodología para la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz. 2) Democracia para la paz; el objetivo es adelantar un diálogo entre actores convocados por el conflicto y formular soluciones conjuntas. 3) Transformaciones para la paz; el objetivo de este punto es planear e implementar proyectos que fortalezcan la paz y la democracia. 4) Víctimas; este punto defiende a las víctimas y el reconocimiento de sus afectaciones para responsabilizar a los victimarios. 5) Fin del conflicto armado; este es el gran punto que busca trabajar para erradicar la violencia de la política y de todos los grupos armados. 6) Plan general de ejecución de los acuerdos entre el gobierno y el ELN; por último, este punto tiene como objetivo la implementación y materialización de los acuerdos.
Desde el Cinep/PPP, a través de la publicación de informes de seguimiento a la mesa, hemos señalado algunas recomendaciones para el mejor desenvolvimiento de la mesa de negociación. Como la mayoría de la sociedad colombiana, Cinep/PPP es una organización que le apuesta a la paz. Sin embargo, apostarle a la paz, esto supone ser críticos con las respectivas propuestas de paz, pues es fácil caer en políticas que, por el afán de terminar con la guerra, puedan en un futuro hacerle más daño al país. Por ejemplo, después del 2016, la sociedad esperaba un silenciamiento de los fusiles, sin embargo, eso no es lo que se está viviendo. Las cifras de violencia, el tamaño de los grupos armados, la cantidad de hombres y mujeres en armas, la vulnerabilidad a la que se exponen líderes sociales, las cifras de desplazamiento forzado, entre otras, se han disparado. En un reporte realizado el año pasado por la CICR se afirma que: “En el primer semestre de 2022 se ha visto un aumento significativo de la violencia con el consecuente incremento del sufrimiento para la población civil” (CICR, 2022). Es por eso que todas las observaciones que se hacen al proceso de paz, a la mesa de negociación o a la política de paz total, se hacen desde una intención constructiva, aprovechando que se cuenta con un gobierno que le apuesta a la paz, hacerla la más estable y completa posible.
Un vistazo a la historia del país permite ver cómo, después de largos periodos de diálogo y de creación de acuerdos, resultado de negociaciones, algunos conflictos sociales, armados o políticos continúan. Según Merchán (2020), esto puede tener su razón de ser en tres causas:
(…) primero, en la ausencia de voluntad real de las partes; segundo, en la carencia de comprensión de lo que los conflictos sociales son, al no leerse desde un enfoque territorial y en relación con la presencia diferenciada del Estado y la evolución de los movimientos y las luchas sociales; tercero, en errores de estrategia de procesos de diálogo, negociación y mediación, así como en la ausencia de realismo sobre el alcance que pueden tener estas herramientas. (p. 53)
El caso de la negociación con el ELN, no parece ser un problema de voluntad, ya que la guerrilla como el Gobierno se ha tomado el tiempo de afirmar que la salida negociada al conflicto es la única salida, y que no hay espacio para seguir en guerra. Sin embargo, entrando a un tercer ciclo de negociación, la voluntad deja de ser suficiente. Sobre la segunda causa: la falta de un enfoque territorial en relación con la presencia diferenciada del Estado, se señalaron implicaciones que podría tener este error, como se hace notar en un informe publicado por Cinep/PPP. En este informe se hizo espacial énfasis en la importancia de “combinar el llamado a la paz total e integral, con un acercamiento territorial y diversificado por actores y situaciones” (Cinep/PPP, 2023). El ELN no es el mismo en el Chocó que en el Catatumbo, por citar un ejemplo. No están organizados igual, no responden a los mismos incentivos, están inmersos en realidades territoriales sumamente diferentes y, sobre todo, no tienen las mismas necesidades de paz. El gran llamado que se le hace a la paz total es a no hacer una lectura homogenizante de los conflictos, las violencias y las futuras paces. Esto es, precisamente, la advertencia de la tercera causa señalada por Merchán (2020), ser realistas sobre el alcance de las herramientas.
He aquí la importancia de la paz total. Dialogar con todos los grupos armados es precisamente lo que el proceso con las FARC-EP demostró que se necesita para la estabilidad de la paz. No es suficiente que un actor armado deje las armas -así sea el más grande- si esto solamente implica que los demás actores armados pueden tomar control del territorio y de las economías ilegales que financian la guerra. Esto lo que produce no es que la guerra termine, sino que mute, y que, como siempre, sea la población civil la primera víctima implicada. Lo que se espera de la paz total es que garantice que si el grupo mayoritario con el que se negocia, en este caso el ELN, deja lugares vacíos, estos no sean cooptados por otros grupos armados. El Estado debe, por fin, llegar a esos territorios donde históricamente su presencia no ha sido suficientemente fuerte o donde solo hace presencia a través del ejército o la policía. La paz total es fundamental, pero muy delicada, sobre todo por la viabilidad de su ejecución.
Dialogar con todos los grupos armados es cómo se empieza a construir el fin de la guerra, pero la paz total debe ser ambiciosa, debe ir más allá de la firma de acuerdos, la dejación de armas o la inserción a la vida política de guerrilleros y guerrilleras, e incluir los modelos de negocio y estructuras económicas que han permitido que la guerra se sostenga. Especialmente, en el caso del ELN, es necesario incluir en la conversación a multinacionales que se dedican a la extracción de materia prima. Esa ha sido una pelea histórica de la guerrilla a través del argumento del cuidado al medio ambiente y de la postura antiimperialista.
La agenda planeada en México 2023 es ambiciosa, pues hablar de transformaciones para la paz, erradicación del paramilitarismo, creación de condiciones para una democracia real, son objetivos que afectan la constitución del Estado colombiano. Petro tiene un gran reto. Si bien es cierto que a Santos le tocó hacer algunos ajustes al sistema político e incluir curules en el congreso para los y las exguerrilleros, a Petro le va a tocar pensar en cómo adaptar el modelo económico para un posconflicto sostenible. Y solo tiene 4 años. He ahí la importancia de hacer una paz del Estado, no del Gobierno, dado que ya se evidenciaron las consecuencias de esto con el Gobierno pasado.
Otra de las grandes ventajas de la paz total, es que nos permite tener discusiones del conflicto que vayan más allá de la violencia directa, e incluyen en la discusión las inmensas y diversas consecuencias que vivir en modo guerra ha traído para la sociedad colombiana. La paz total parte de asumir la violencia como un proceso, para que en el país se pueda dar la discusión de “investigar la secuencia dinámica de decisiones y hechos que se combinan entre sí para producir actos de violencia, y permite también el estudio de los, por lo demás, actores invisibles partícipes de este proceso.” (Kalyvas, 2001, p. 6) La paz no depende de las comunidades. La sociedad civil no está armada ni controla las economías ilegales, pero la paz se hace con las comunidades que viven y construyen el territorio en guerra. Una cosa es lo que se negocia en las grandes ciudades y otra es lo que se construye en los territorios día a día. Las distintas formas de organizaciones comunitarias han venido haciendo transformaciones de paz, construyendo la paz en el territorio hace muchos años, sin tener una mesa de diálogo han dialogado con grupos armados. Históricamente las mujeres han liderado estos procesos, por lo cual el llamado es a que el Estado entre a respaldarlas y construir sobre los construido.
A lo largo y ancho del territorio colombiano, los procesos comunitarios se han mantenido y fortalecido ante la ausencia de presencia y reconocimiento Estatal —prueba de esto es la historia de vida de Francia Márquez—. Las expresiones territoriales organizadas se han mantenido gracias a la labor de la Iglesia, de la comunidad internacional y de organizaciones que le apuestan a trabajar de la mano con estas comunidades. Más que un acto simbólico o un discurso, debería tratarse de un reconocimiento legal que dote a esas iniciativas de validez y peso como actores de cambio. Si la apuesta de paz total y la mesa de negociación con el ELN no empieza por recoger las expresiones organizativas de construcción de paz que se han gestado en el territorio en este tercer ciclo, la paz total se quedará como una política de gobierno que no impacte y ni fortalezca la paz concreta en el territorio.
Paloma Bayona Escallón
Politóloga con énfasis en resolución de conflictos, investigadora del Equipo Estado, Conflicto y Paz, del Cinep/PPP. Ha investigado temas como la maternidad política y los movimientos sociales.